Juanma resucitado

Juanma resucitado
Por:
  • carlos_velazquez

En su muro de Facebook aparece una foto de Juanma con lentes oscuros, rodeado de cajas de cartón. El pie de foto dice: “Cartonera La Cecilia, mi nuevo negocio”.

En 2009 en Zacatecas Juanma se acercó a obsequiarme un tubo para guardar planos. Tenía una pintura del Santo, debido a mi afición por la lucha libre. Desde entonces somos compas.

Juanma nació en 1970. Su padre era enfermero militar. Contrario a la norma, sus padres querían que fuera artista, pero sus deseos eran convertirse en médico. Juanma desertó en noveno de medicina para abrazar la plástica por recomendación de Jorge Salmón. Ha incursionado en el grabado, la escultura en piedra, el óleo, la acuarela, etcétera.

Ha vivido en unión libre con cuatro parejas distintas. En 2010 sufrió un infarto en el nervio óptico, que le modificó la apariencia del ojo izquierdo hasta situarlo como el David Bowie de Zacatecas.

Juanma siempre fue un bebedor tranquilo y se mantuvo alejado de las drogas, inusual en los artistas. Pero en 2017 comenzó a sufrir de insuficiencia renal. Su salud se deterioró al grado de tener tres opciones como todo horizonte: la diálisis, la hemodiálisis y el trasplante.

Fue así como Juanma llegó a Torreón. A la clínica de especialidades 71. Pese a que su realidad se trastocó, Juanma comenzó a vivir intensamente. Su temor a morir en fin de semana se recrudeció con el recuerdo de la muerte de su abuela y de su padre, ambos de insuficiencia renal. Su padre le había prometido que lo llevaría al cine al ser dado de alta, pero no pudieron darle reanimación por falta de un cable.

"Juanma hospedó un tercer riñón que le donó su hermana, los otros dos no se los extirparon".

En el hospital Juanma prefirió darle la espalda a la muerte y se refugió en una de sus pasiones: la literatura. Entre las lecturas que le inyectaron esperanzas refulgía No quiero escribir no quiero de Luis Humberto Crowthwaite. No era la primera ocasión que veía comprometida su salud. En una ocasión, sonámbulo, se estrelló contra una pieza de cerámica y se cortó las venas de la muñeca. Asustado, le preguntó a su madre en el taxi rumbo al hospital si moriría. Su mamá le respondió que sí. Consiguió llegar antes de desangrarse. Lo mejor fue que no perdió movilidad de la mano.

En la Clínica 71 Juanma se enamoró de una muchacha que también esperaba un trasplante de riñón. A Juanma, Torreón le parecía feo. Y pese a que no se quedó con Sugey, de Durango, en la ciudad conoció el amor. Y se sentía afortunado de que su suerte fuera distinta a la de otros pacientes.

Después de una intervención de cuatro horas, Juanma hospedó un tercer riñón que le donó su hermana, los otros dos no se los extirparon. Bromea con el cirujano después de que despierta de la operación. Le pregunta si fue niño o niña. Pasa tres días en terapia intensiva y regresa después de haber puesto un pie en el mundo de los muertos. Recobra la movilidad y le regresa su color de piel, el de siempre.

Juanma relata su experiencia no como un viaje metafísico, para él fue morir y reencarnar en otro cuerpo. Y con otra nacionalidad: lagunero. Una identidad que ahora comparte con la suya, la del ser zacatecano. “Torreón es mi casa”, reconoce. Afirma que la tragedia dota a la mente de una lucidez avasalladora, que se va perdiendo conforme se regresa a la normalidad. No un limbo, pero un paraíso en el que el cerebro araña una especie de plenitud.

Lo dan de alta y se muda a una pensión a tres calles del hospital. Ahí escucha música, trabaja y realiza caminatas de media hora. “Todo empieza a ser una fiesta”, me confiesa mientras me platica todo su trance sentado en una mesita de un café zacatecano.

A su regreso a Zacatecas lo que más le sorprendía es que le daban la noticia de que hasta sus enemigos preguntaban por él. Un día se encuentra con Javier Cortés, quien lo abraza y llora.

“Volví a nacer, siento que soy de Torreón”, me dice emocionado. “No visitaré otros países, pero a La Laguna ya voy seguido”. Más resucitado que DiCaprio, Juanma sigue metido de cabeza en sus proyectos. Está demasiado ocupado para pelar a la desgracia en este momento.

Aquellos que como yo han conocido a Juanma saben que es un ser humano con un gran corazón. Y ese corazón que pone en cada plática, en cada momento que comparte contigo es el que lo salvó de la muerte. Siempre que te lo topas te regala algo. Stickers, grabados, libros de su cartonera, muestras de su trabajo. Es generoso. Y el paisaje de la vida cultural zacatecana estaría incompleto sin él.