La estúpida moda de las batas blancas

La estúpida moda de las batas blancas
Por:
  • carlos_velazquez

Henry Miller odiaba a los médicos.

Yo no los odio. Les temo. Uno de mis miedos más pronunciados es caer en las garras de un galeno. Apenas pisa uno el consultorio de cualquier doc empieza a correr el taxímetro médico. Una visita de siete minutos oscila entre los setecientos y los mil quinientos pesos. Enfermarse cuesta una fortuna.

Pero entiendo a Miller. Detestaba a los médicos por, entre otras cosas, su rutilante pedantería. Esta mamonería es fácilmente comprobable.

No existe nada más ridículo que un médico o estudiante de medicina con una bata de laboratorio fuera del hospital.

Al practicante de la medicina ya no le basta ejercer en consultorios y hospitales una terminología que lo coloca siempre por encima de los mortales. Ahora ha hecho extensiva su superioridad moral al no despojarse de la bata de laboratorio las veinticuatro horas del día.

¿Será consciente esta clase del inmenso oso que hacen al salir a la calle con la bata puesta (hay incluso quien se deja el estetoscopio colgado al cuello como si fuera una medalla)? Esta maldita necesidad de enorgullecerse de la profesión ha impactado de manera negativa en el resto de la clase trabajadora. Entiendo que los médicos tienen un ego bastante difícil de controlar. Por ello están obcecados en demostrar su profesión a donde quiera que vayan. Sin embargo, han creado una modita repugnante que consiste en no quitarse el uniforme de trabajo no importa en qué labores.

 

En ocasiones veo a personas con batas de laboratorio en las gorditas. Al llevar la bata a las gorditas corren el riesgo de que la inmaculada bata se ensucie de salsa

 

Entonces tenemos a un ejército de uniformados por la ciudad: dependientes de Oxxo, mujeres con camisas polo con el logo de Telcel, empleados de maquiladoras. Cada uno es libre de vestirse como le dé la gana. Pero esta gente no se percata de que no sólo evidencia un severo problema de identidad, sino que además es la publicidad andante de las compañías que la emplean y que la explotan. Y todo por culpa de la maldita costumbre de los médicos de presumir que se dedican a la ciencia de la medicina.

Es común ver a hombres y mujeres en un Oxxo comprando refrescos con la bata puesta a la hora de la comida. La inseguridad de estas personas es abismal. No pueden resistir la necesidad de hacerle ver al cajero o cajera que son seres superiores, tocados por una mano divina. Como si el empleado de Oxxo tuviera posibilidad alguna de competir con ellos. Pero lo sabemos, la medicina no reconoce jerarquías. La tarifa por sus servicios no distingue clases sociales. Te cobra lo mismo nazcas en cartolandia que en una colonia residencial.

En ocasiones veo a personas con batas de laboratorio en las gorditas. Me parece el colmo de la presunción. Ni siquiera a la hora de alimentarse su ego descansa. Además es una tontería mayúscula. La bata es blanca porque simboliza la pureza del oficio. Es decir: la salud está lo más alejado de lo oscuro. Al llevar la bata a las gorditas corren el riesgo de que la inmaculada bata se ensucie de salsa. Pero al parecer es más loable y sacrificado inmolar la bata que quitársela antes de salir por las gorditas. No vaya a ser que el mundo no reconozca su sacrosanta labor.

Y existen unos que van más allá. ¿Existe algo más ridículo que un médico con la bata puesta fuera del hospital? Sí. Un médico con la bata puesta fuera del hospital y con crocs. Es la cumbre de lo ridículo. Refleja a la perfección la pose de los médicos. Un estudio acaba de revelar que los crocs son perjudiciales para la salud. Pero a un médico no le importa la salud, ni la suya. Si así fuera investigaría lo que usa. Es lo mismo que cuando vas a consulta con un doctor que te ordena dieta y se ve que ha sobrepasado el nivel de obesidad 3.

No importa que los crocs se vean horribles, que hagan daño a la salud. Mientras sea un símbolo de identidad dentro de los médicos basta. Porque parece ser que la bata por sí misma ha dejado de ser suficiente. Ahora es indispensable la combinación. Para mí el uso de estas dos chingaderas denota una falta de inteligencia mayúscula. Sé que es un prejuicio. Que generalizo y que muchos de estos médicos pueden ser buenos en su campo. Pero el origen de mi prejuicio se debe a que si yo estuviera en su lugar me miraría al espejo antes de salir al mundo. Y que eso bastaría para desistir de semejante aspecto.

Cuando era niño había una moda entre los médicos que me cagaba. Las guayaberas. Al parecer el gremio reculó de su preferencia por la prenda yucateca porque también es portada por la clase política. Cómo extraño esos tiempos. Cuando los doctores se parecían a los políticos. No sé de qué se admiran si son igual de rateros.