Las Claves

Las Claves
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  • carlos_olivares_baro

Juan Eduardo Cirlot Laporta (Barcelona, 1916-1973): crítico de arte, iconógrafo, mitólogo, músico, coleccionista de espadas... / Dadaísta y surrealista, interesado por la Cábala, el sufismo, las culturas orientales y la hermenéutica medieval. / Compositor cercano a Arnold Schönberg. / Autor del imprescindible Diccionario de los símbolos. Legó más de cincuenta cuadernos de versos, una decena de ensayos, aforismos y una novela póstuma: Nebiros (2016). / Antonio Colinas lo define como un “artista de sentido iniciático y afán de universalidad”.

El peor de los dragones. Antología poética 1943-1973 constituye un acontecimiento editorial insoslayable. Tenemos ahora la posibilidad de discernir las cifras de un poeta que posó su mirada inquieta y provocativa sobre circunstancias y gestos que pocos se aventuraron a glosar en su momento. Lo desdeñaron diciendo que su aspereza lingüística, contrariedad, hermetismo y penumbra no era asequible para los lectores: como si la poesía tuviera que ser un ente posible, un cerrojo que cualquier ganzúa agrieta. Juan Eduardo Cirlot se mantuvo con absoluta independencia en la consumación de un alegato que cada vez encuentra más lectores en afanes de revalorizarlo.

Arenga de monturas sueltas a desboque: una cadencia de jazz abrasadora en las treguas, obstinatos bachianos y crónicas en los asideros de Wagner: me agito, me meneo en su ímpetu “Y sumerjo mi sombra entre las sombras” de aleluyas que me colorean los azares del alma. Estrofas suscritas en los preámbulos del sueño para que “la pálida ternura del sonido” edifique la concitación entre los sigilos: “Mi corazón es mío cuando paso / por ciertas avenidas silenciosas, / cuando iluminaciones se levantan / con mi seca figura hacia las nubes, / y no sé si los ojos que me miran / están frente a mi amor, o en el recuerdo”.

Selección de poemarios publicados entre 1943 y 1973: Seis sonetos y un poema del amor celeste (1943), Donde las lilas crecen (1946), Carta sobre mis cosas (1950), 80 sueños (1951), Cuarto canto de la vida muerta (1956), No me sirve de nada creer en Dios (1961), Las oraciones oscuras (1966): atmósferas líricas que hacen referencia a Arnold Schönberg y recurren a una dicción simbolista con guiños al surrealismo. Le siguen los mitológicos textos del ciclo Browyn (1967-1972) para concluir con Homenaje a Bécquer (1971): “Golondrinas palabras, / ardientes madreselvas”; y Perséfone (1973): “la reina del infierno y sus mitades”.

Frondas surrealistas en llovizna de espejos y fulgores cabeceados en las sílabas del deseo: “La cama del amor era roja / palabra. // La cama era una bestia de obediencia, / una becerra blanca / con guedejas de sol entre las nubes”. Exilios que buscan concomitancia con las artes visuales y la música:

plazas que cobran nombre en actos conjeturales, el mar en su pertinaz fragilidad. Pasar por la muerte como luz. Cirlot sabía que “la luz es solamente la belleza”: el hombre tiene la misión de redondear los cielos y untarlos de rubores.