Naela Flores: Moda es resignificar el objeto

ESGRIMA

Naela Flores
Naela FloresFoto: facebook.com
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Naela Flores (Guadalajara, México) es diseñadora de modas y además artista textil. Creció entre máquinas de coser, rollos de tela y mesas de corte, porque su padre trabajaba en la industria de la confección y su abuela ejerció como modista. Sus reflectores han sido el descubrimiento y la claridad de la importancia del vestido como vehículo de expresión en la era secular. Ha trabajado de forma independiente desde hace 20 años, en las áreas de diseño de accesorios y joyería, la indumentaria, la marroquinería (manufactura de artículos de piel), más el diseño de estampados a través de la transferencia de imágenes sobre tela, con técnicas digitales y artesanales. Se ha interesado en el reciclaje, la moda circular y la reconceptualización y manipulación del tejido. Su más reciente muestra, My Doll Project, consta de ocho piezas inspiradas en el trabajo del pintor surrealista Victor Brauner (1903-1966).  

En entrevista para El Cultural hablamos acerca del concepto de moda, su contaminación y un futuro sostenible, así como el misterio que se revela en su trabajo.

¿Es cierto, como decía Jean Cocteau, que la moda muere joven?

La moda jamás podría ser rancia y vieja, su nacimiento en términos contraculturales en plena Edad Media contravenía las imposiciones sobre las formas del vestir, así que en realidad no muere nunca, sólo se transforma, se reescribe, se renueva. 

Me parece que esta disciplina comienza y termina siempre por las dos cosas que aborrece: la singularidad y la vulgaridad. ¿Estás de acuerdo?

No estoy segura. Es cierto que el nacimiento de la moda en el mundo occidental es un fenómeno que deviene de la búsqueda, de la decisión y el puro deseo humano por distinguirse los unos de los otros. Como fenómeno global en el mundo de hoy absurdamente terminó convirtiéndose en una suerte de adoctrinamiento a las formas de vestir. Entre esa multitud de propuestas encontramos algunas que son más que vulgares, a pesar de que en su origen eso jamás hubiera sido bien visto ni mucho menos aceptado. Lo que reina es una suerte de confusión porque usamos una sola palabra, moda, para denominar algo que en realidad es muchas cosas distintas.

Después de todo, ¿qué es en realidad?

La moda es lo que se repite, ese fenómeno en el que una manera de vestir es adoptada de tal forma que se extiende a una mayoría. Para mí es y será siempre un fenómeno psicosocial que nos permite dar fe del paso de las épocas y sus corrientes de pensamiento y sus preocupaciones, o mejor aún, dirán algunos en la actualidad, las despreocupaciones. Es al mismo tiempo un poderoso mecanismo de comunicación que está rigurosamente sujeto al ser.

Coco Chanel decía que la moda no existe sólo en los vestidos. Está en el cielo, en la calle; tiene que ver con ideas, con la forma en que vivimos. Me parece que tu óptica tiene que ver con ese sentido de trascendencia. Veo en tus piezas una estética y un arrebato casi religiosos, la hagiografía de los santos y la riqueza del arte sacro. Háblame de esta imaginación ferviente.

En los últimos años, mis diseños se han visto modificados por cosas que tienen que ver con una idea más profunda de lo que significa la construcción del vestido. Eso se mezcla con mi inquietud por encontrar la forma de exaltar las cualidades de los objetos, a través del uso de

simbolismos que provienen de los conocimientos herméticos y religiosos por los que siempre he sentido una gran fascinación. Encontrar una suerte de lenguaje místico personal es en este momento una búsqueda importante para mí. El verdadero valor de los objetos radica en la carga de significados que pueden contener: el fervor proviene de esa relación que es sumamente íntima. 

Para mí es un fenómeno psicosocial que nos permite dar fe del paso de las épocas y sus corrientes de pensamiento

Tanto en los gustos como en los juicios literarios, ¿la moda siempre tiene algo que ver?

Si te refieres a que infinidad de veces ésta es utilizada en el mundo para hacer referencia a ciertas cosas o valores entonces sí, siempre tiene y tendrá algo que ver.

¿Cuál es el camino hacia un futuro sostenible en cuanto a la moda?

Un solo camino no es posible. Desafortunadamente nos encontramos en un punto donde la problemática que genera la industria de la moda no es sólo medioambiental. También el tema de derechos humanos es un escándalo público, que con frecuencia aparece en los tabloides, pero de ahí no pasa; entre los países que producen prendas de vestir y los que reciben las mismas después de ser desechadas existe una cadena interminable de abuso en todas sus formas. Para mí, de modo más personal, es una cuestión de resignificar el objeto: cuando las cosas valen más por lo que significan que por lo que son, entonces entablamos una relación personal con ellas y surge un enaltecimiento de aquello que poseemos. 

En la práctica considero que el camino más sensato es el que emprendes desde la individualidad, en el que haces conciencia sobre tu manera de consumir prendas, de qué materiales están hechas, dónde se producen y en qué condiciones. El mundo se convulsiona y parece no importarnos, un cambio en la colectividad no será posible sin hacer lo que nos toca: todo se mueve como producto de nuestras decisiones, no debemos olvidarlo.

¿Somos lo que vestimos?

Indudablemente. Vestir siempre ha sido y será una forma de lenguaje.

Cuéntame de la exposición My Doll Project, que presentaste en la Galería Sepia de Guadalajara. ¿La moda también es magia? ¿Qué se esconde detrás de las filigranas, los plisados, los pliegues, los trenzados y los estampados?

My Doll abrió la puerta al ejercicio de mi magia personal, quizá eso es lo que encuentro más significativo: el trabajo de la materialidad y el simbolismo que detona mi admiración por el trabajo de Brauner. La mística vista desde el objeto, que toma la forma de un muñeco y que al mismo tiempo está cargado de sus propios significados.

Creo que la moda concebida como diseño y el diseño como un acto de pensamiento profundo es mágico, nos toca, nos transforma. Para el creador, el que manipula la materialidad con una intención determinada sin importar de qué lugar provienen sus obsesiones, siempre culmina en un acto que va más allá de la mera producción de un objeto inanimado.

¿Cuál sería la declaración del buen vestido según Naela Flores?

El vestido como objeto da fe de un recorrido es un contenedor de información, un intercambio, refugio, hogar, bandera; es detonador de energía. Es lo que nosotros queremos que sea.