Ian McEwan

"La novela nos enseña a ser otras personas"

Tras el fallecimiento —en mayo pasado— de Martin Amis, su "hermano", Ian McEwan permanece como uno de los máximos escritores de su generación, con Julian Barnes y Salman Rushdie. Capaz de múltiples registros, como el humor trágico, la tensión dramática y el análisis racional, a sus 75 años presenta la novela Lecciones, que llegará a librerías en noviembre. En ella, el autor cuenta la historia de un inglés de la postguerra y nos reta a imaginar hasta qué punto nos parecemos al protagonista. Óscar Garduño estuvo en la conferencia de prensa virtual y nos ofrece detalles

Ian McEwan (1948).
Ian McEwan (1948).Foto: Cortesía Anagrama
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Durante el confinamiento por Covid, Ian McEwan (Alder-shot, Reino Unido, 1948) escribió la que hasta hoy es su novela más extensa, Lecciones (Anagrama, 2023), cuya edición en español llegará a México en noviembre. En ella, el protagonista, Roland Baines, intenta explicarse un mundo que para nada es feliz, mientras él mismo se cuenta su vida, luego de que la esposa lo abandona sin justificación alguna y mientras padece también las inevitables transformaciones de la segunda mitad del siglo XX. 

¿Cómo fue el proceso de escritura de este libro? “Comenzó con todos los hitos que habían tenido algún impacto en mi vida, empezando por la crisis de Suez hasta la caída del muro de Berlín, la pandemia y hasta el asalto

al Capitolio, por supuesto. Éste fue un primer punto. Después me interesó escribir una novela en la que el personaje principal tuviera conexiones conmigo y con mi vida, la de mi familia y la vida de mis padres, pero en el fondo su historia sería completamente distinta. Su vida se movería en otra dirección. Supongo que en cierto modo Roland Baines es el tipo de persona que yo podría haber sido si no hubiera descubierto la escritura. Quizá yo habría terminado trabajando como albañil”.  

LAS NOVELAS DE MCEWAN gozan de una precisión narrativa casi quirúrgica. Muchas de ellas están divididas en varias historias que coinciden en algún punto, son rompecabezas exactamente armados. Sin embargo, los personajes también alcanzan descubrimientos interiores. Apunta: “Hay escenas que yo de hecho esbocé de la manera más vaga posible y pensé: bueno, voy a escribir esto así, para ver qué pasa. Había confrontaciones fundamentales, como la de Roland Baines y su profesora de piano, Miriam Cornell, cinco años después de haberse encontrado por última vez. Hice una suerte un experimento: avancé con Roland Baines y toqué timbres de puertas con él, buscando una cierta confrontación sin saber exactamente qué iba a pasar”. 

Baines es uno de los personajes con los que es fácil que el lector se identifique, al menos si admira la belleza y la derrota por partes iguales: “En el viaje del protagonista está mi convicción en las lecciones de vida que todos tenemos que aprender, de los problemas de vida a los que nos enfrentamos, la mayoría de las crisis, confrontaciones o pérdidas, además de los grandes momentos de alegría o satisfacción. Son como esos puntos negros que o bien olvidamos o tienen que convertirse en parte de quienes somos. Existe la idea de que sólo con la muerte se da un cierre total, pero la mayor parte de los problemas de la vida y de los traumas simplemente forman parte de ese equipaje que todos llevamos con nosotros”. 

AL TERMINAR LA LECTURA del libro uno inevitablemente se hace la pregunta a la que el mismo título, Lecciones, nos lleva. ¿Existe de verdad una lección o varias tras la vida de Roland Baines, en el subtexto de la historia que cuenta el narrador británico? McEwan responde: “Sí, es una y muy importante: si crees que has aprendido cosas a la edad de 70 años, la verdad es difícil que las transformes en palabras, que logres evitar que se conviertan en un cliché. Muchas veces la gente dice: ya he llegado a conocerme a mí mismo, aprendí a ser prudente, a ser valiente, a complacerme, a pensar en los demás.

Todo esto en realidad se vuelve nada, es decir, ningún joven que escuche a una persona mayor, como yo, dando un consejo va a casarse con nada de lo que acabo de decir”.

Entonces, ¿existe una lección o no? Adusto, el escritor contesta: “La única lección que me es posible ofrecer, o mi única manera de verla, sería escribir una vida. Esta novela, Lecciones, es el único consejo que realmente yo puedo dar. En este punto debo añadir una nota biográfica: escribí esta novela en parte durante el confinamiento y me di cuenta, cuando la pandemia empezó, que básicamente he vivido toda mi vida así, aislado. Todos los escritores lo hacemos. Nuestro entorno ideal, o nuestra vida ideal, es precisamente vivir en solitario”.

El confinamiento fue el precursor de la novela. “Pude revisar mi diario durante ese periodo tan singular y ver que estaba vacío página tras página, no tenía compromisos, no anoté aeropuertos ni viajes, pude abandonarme al trabajo de la escritura siete días a la semana, en ocasiones, durante unas diez, doce o hasta catorce horas, como siempre había soñado hacer. El confinamiento en ese sentido fue ideal. Fui capaz de hacer una inmersión total en Roland y su entorno. Me metí a fondo en su vida”.

Y entonces aparece la pregunta que se le tiene que hacer a todo narrador. Él no es la excepción. Se trata de una de las grandes plumas de la literatura universal, con sus 75 años bien llevados; él parece tener repuestas acer-tadas a todo, por eso le preguntamos: ¿qué es la novela para Ian McEwan? “Creo que la novela narra un tiempo subjetivo. Lecciones, de cierta manera, se trata de mis memorias, pero en el fondo la novela nos enseña a ser una persona distinta a quienes somos. Este género tiene algo que no da ni el teatro, ni las series de televisión, ni la poesía: es probar cómo se siente ser otro, en qué punto nos parecemos y qué une o repele a un individuo de su entorno, de la sociedad. Me refiero a las buenas novelas, claro”.