Spotify, el Black Mirror de la música

Spotify, el Black Mirror de la música
Por:
  • rogelio_garza

Gracias al streaming leonino que viola los derechos de autor, Spotify se enriquece monumentalmente a costa de la música, mientras los músicos necesitan millones de reproducciones para obtener unos miles de dólares. Pero su panorama es un laberinto legal atiborrado de publicidad, pérdidas y demandas que amenazan con un fade out.

Fundada en 2008 en Estocolmo, al cierre de 2017 tenía 60 millones de suscriptores, 140 millones de usuarios y más de 30 millones de canciones disponibles en acuerdos con Universal, Warner y Sony. Según Digital Music News, está valuada en casi 20 billones de dólares, sin embargo no ha reportado utilidades desde su lanzamiento. Entre 2015 y 2016 reportaron pérdidas por 805 millones, invirtieron 566 millones en sus tres oficinas de Estados Unidos y rentaron headquarters de lujo en Suecia por 16.5 millones al año. Los fundadores, por su parte, se repartieron en 2017 un pastel de 26.5 millones en sueldazos: Gustav Söderström, 7.9; Martin Lorentzon, 5.2; Alex Nosrtröm, 5; Daniel Ek, 4.5; y Oskar Stal, 4. El personal de escritorio, en promedio, 14 mil al mes. Ek es conocido por la fortuna de 800 millones de dólares que hizo con la piratería en uTorrent y BitTorrent.

 

Este año la Record Industry Association of America estimó que Spotify pagó 7.50 dólares por mil reproducciones.

 

Cuando el músico logra cinco mil dólares al año por un millón de reproducciones, un directivo gana más de cinco millones en el mismo periodo. Algo desafina en esta ecuación porque los músicos obtienen migajas del pastel. El cantautor Perrin Lamb logró ganar 40 mil al ser incluido en una playlist con más de 10 millones de reproducciones, pero confiesa que no sabe quién lo incluyó. Un grupo de EDM australiano de pronto es elegido para formar parte de una playlist con un millón de reproducciones, y obtuvo 4,955 dólares. Este año la Record Industry Association of America estimó que Spotify pagó 7.50 por mil reproducciones. Blake Morgan, músico, productor y columnista, anota que los independientes necesitan 380 mil reproducciones para obtener el mínimo de 1,500 dólares. Es música, pero parece un capítulo de Black Mirror.

Hay músicos a quienes les funciona y viven de ello, como Birocratic, pero también hay quienes la odian como Thom Yorke. Para el mexicano Alex Otaola es un catálogo. “Sirve porque es un canal de difusión y promoción, la gente está a un click de distancia de tu música, aunque no estoy muy seguro de que las personas vayan al concierto o compren el disco. Por eso a veces es mejor editar un disco virtual. Podrías ganar algo si lo maquilas como CD, pero eso no te cambia la vida. Prefiero seguir creando. Hay que ser realistas, ¿cuántas personas comprarían ese CD contra el tiempo que tardarías en encontrarlas?”

Además de su pleito con Apple Music —que posiblemente la absorba como hizo con otras plataformas—, Spotify enfrenta una batería de demandas. La última en enero de 2018 por parte de Wixen Music Publishing, la editora que administra y protege los derechos de más de 50 mil canciones y le reclama 1,600 millones por “infringir deliberadamente los derechos de autor” al usar la música sin licencia ni compensación. ¿Cuántas demandas así podrá librar? Aquí podría sonar una canción de despedida, por ejemplo “The End” de los Doors, que tiene 25 millones 449 mil 266 reproducciones.