El regreso de Mary Poppins que pudieron ahorrarse

El regreso de Mary Poppins que pudieron ahorrarse
Por:
  • jesus_chavarria

Después de más de medio siglo, el clásico que consolidara dentro del cine y la cultura popular a la extravagante, ingeniosa y estricta niñera interpretada por la británica Julie Andrews —otorgándole de paso al célebre Walt Disney, la única nominación al Oscar en la categoría a Mejor película que tuvo en vida— encuentra la continuidad a través de una superproducción —tuvo un costo de 130 millones— impulsada por los estudios del Ratón, y dirigida por el un tanto sobrevalorado Rob Marshall —Chicago, Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides—, que aunque cumple como entretenimiento, deja la sensación de ser absolutamente innecesaria.

Y es que a diferencia de su predecesora, que era encantadora por su trama y sorprendente por su manufactura, aquí sólo se apuesta por lo segundo y desarrolla una historia sumamente convencional —original del propio Marshall, junto con John DeLuca y el guionista David Magee—, que da pie para una aventura que más allá de aprovechar los efectos digitales en una espectacular secuencia submarina, tiene muy poco que contar.

Esta vez los chicos Banks, protagonistas de la primera entrega, han crecido, la niña ahora es una mujer soltera idealista que se involucra en movimientos sociales, mientras su hermano que recién enviudó, tiene que hacerse cargo de sus tres pequeños hijos. Todo parece estar bajo control, hasta que él es notificado de que está apunto de perder su casa debido a varios atrasos en sus pagos. Es entonces que Mary Poppins hace acto de presencia, para junto con los niños, hacerse cargo de la situación.

No hay mucho más de lo que se lee, y si algo se puede destacar es la interpretación de Emily Blunt —Edge of Tomorrow—, quien aprovecha no sólo un personaje a modo, sino que logra dotarle de ciertos matices que acentúan el contraste entre lo compresiva y severa que podía ser la niñera en su versión original.

La manufactura es sofisticada y atractiva, deambula entre escenarios llenos de magia y grandes dosis de nostalgia, pero salvo un par de secuencias, en donde la animación, sobre todo la tradicional, entra en juego —como a la hora de hacer la peculiar reparación de la llanta de cierta carreta—, no ofrece nada realmente memorable o deslumbrante en cuanto a números musicales se refiere.

Se agradece el respeto hacia el clásico, la inclusión en forma de cameo de una actriz veterana —recordada sobre todo por una serie de televisión— quien ha prestado su voz para varias películas animadas de Disney, además de que tenga el ritmo necesario para mantener la atención del espectador de principio al fin, pero se trata de una película que sólo dejará satisfechos a los amantes de los musicales y al público menos exigente.