Patrick Melrose, el retrato de un narcisista y esquizoide

Patrick Melrose, el retrato de un narcisista y esquizoide
Por:
  • luciana wainer

En el minuto uno del primer capítulo, nuestro personaje principal, Patrick Melrose, recibirá la noticia de la muerte de su padre. Este suceso será el desencadenante de una historia que iremos desentramando a través de fragmentos inconclusos y flashbacks intermitentes. A su vez, asistiremos al presente descontrolado y exuberante de un personaje magnánimo, interpretado por Benedict Cumberbatch.

En esta ruta, nos sumergiremos en el contraste entre las multitudinarias fiestas de la alta esfera de la sociedad inglesa y los recuerdos de la niñez, plagados de violencia y soledad, los palacios aristocráticos y los suburbios neoyorkinos, a donde sólo se acude por necesidad o por desesperación.

Finalmente, el contraste entre lo que queremos y lo que podemos, lo que intentamos y lo que logramos. El antihéroe politoxicómano, que decide recuperarse, mientras descubrimos un pasado traumático que volverá una y otra vez en forma de recuerdo o bajo el manto del tormento.

Patrick Melrose es la adaptación para televisión producida por Showtime y Sky, de las piezas literarias autobiográficas que escribió Edward St. Aubyn entre 1991 y 2012. El resultado de esta interpretación es una miniserie de cinco capítulos —a razón de una por libro—, cuya estética va cambiando según el episodio, pero su línea argumental se mantiene sólida y clara hasta el final. Quizás, éste sea el gran logro de Patrick Melrose: acostumbrados a series cuyas tramas se van ramificando hasta el infinito, nos sorprende encontrar una ficción que se ocupe de profundizar más que de extender.

“Debbie, lo siento, no estoy hecho para la compañía humana”, advierte Patrick Melrose, álter ego de Edward St. Aubyn, bajo la interpretación de Benedict Cumberbatch. Y así como nuestro personaje le rehúye a la compañía, el escritor también parece escapar de las entrevistas y las luminarias.

Cumberbatch, en cambio, se muestra como pez en el agua en el transcurso de los cinco episodios que, por momentos, se asemejan más a un monólogo que a una miniserie. La sutileza con la que enfrenta las escenas “quiebre” son propias de la sofisticación inglesa, y la intensidad con la que aparece en las secuencias de excesos y exuberancia, nos remite a la escuela actoral estadounidense desbordante de energía y con una fuerte

presencia escénica.

El Dato: Mejor Miniserie, Mejor Guion, Mejor Director y Mejor Casting han sido sus nominaciones.

Como si fuera poco, Sebastián Maltz, en su debut televisivo, interpreta al joven Patrick y nos da una lección sobre minimalismo: no hay un gesto de más, ni un solo intento por aparentar; con mirar es suficiente. Los niños siempre nos enseñan algo.

Dentro de estas profundidades pasaremos las próximas horas, entre la narrativa esquizofrénica del delirium tremens y los pasajes tensos de las décadas de los 60, 80 y 90, que nos permitirán espiar un mundo de puertas cerradas y violencia desgarradora. El viaje, como disparador de la acción, se transforma en el motor de los objetivos de nuestro protagonista-antihéroe-villano, en un mundo de excesos comparable con el alucine de Enter the void o el ácido humor de Adiós a las Vegas. Sólo que, en este caso, no habrá amor ni habrá Vegas, tal vez, lo único que subsista sea la despedida.

Patrick Melrose

Género: Drama

Dirección: Edward Berger

País de origen: Reino Unido

Año: 2018

Episodios: 5