Inseguridad y falta de oportunidades, la constante en sus países

Sin casa y sin comer, la historia de muchos centroamericanos

Personas en éxodo, que aguardan en la Casa del Peregrino, buscan la oportunidad de continuar su viaje rumbo a EU; hemos tenido que comer hasta de la basura, señala Arbeni Pérez, un médico veterinario cubano

Un centenar de personas, centroamericanas y haitianas, bloquearon por varias horas la carretera Antiguo Aeropuerto, en Tapachula, para demandar ser trasladados a alguna de las 10 entidades del país donde se realizan los trámites migratorios. Los manifestantes acusaron que los agentes del INM les cobran hasta 200 dólares para dejarlos subir a los camiones.
Un centenar de personas, centroamericanas y haitianas, bloquearon por varias horas la carretera Antiguo Aeropuerto, en Tapachula, para demandar ser trasladados a alguna de las 10 entidades del país donde se realizan los trámites migratorios. Los manifestantes acusaron que los agentes del INM les cobran hasta 200 dólares para dejarlos subir a los camiones.Foto: Cuartoscuro
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Los constantes asaltos y la falta de oportunidades obligaron a Vanessa Hernández, de 22 años, a salir de Honduras para buscar una mejor calidad de vida en Estados Unidos; sin embargo, en su trayecto por México ha sufrido discriminación, malos tratos de las autoridades y daños a su salud física por la caminata de más de mil kilómetros desde Chiapas hasta la Ciudad de México.

“Allá no me dejaron nada los ladrones, todo se lo llevaron; sólo se quedó mi mamá y mi hermana que es lo único que tengo. No me quedé con nada, me quitaron casa y todas mis cosas, por eso decidimos venirnos a México para llegar a Estados Unidos y buscar trabajo. En mi país hay mucha delincuencia y no hay trabajo”, dijo.

Vanessa viaja con su esposo y sus tres hijos de cinco, cuatro y un año de edad, quienes, dijo, han sufrido las inclemencias de los cambios de temperatura en su trayecto: “se me enfermaron por el frío y el calor, ahorita tienen un poco de catarro, pero ya los están cuidando y por ello no me preocupo. Nosotros queremos tener un trabajo para tener dinero y mandarlas a traer (a mi mamá y hermana)”.

Allá no me dejaron nada los ladrones, todo se lo llevaron.
No me quedé con nada, me quitaron casa y todas mis cosas, por eso decidimos venirnos a México para llegar a Estados Unidos. En mi país hay mucha delincuencia y no hay trabajo

Vanessa Hernández, Migrante hondureña

La mujer duerme con toda su familia en una casa de campaña improvisada en el albergue Casa del Peregrino, en la alcaldía Gustavo A. Madero, debido a que ya no alcanzó lugar en las carpas que colocaron las autoridades de la Ciudad de México, lo que también expone a sus hijos a un mayor riesgo de salud por el frío de la noche.

El lugar se encuentra saturado, mientras las personas buscan un espacio separado de los demás para poder dormir, lo que es prácticamente imposible.

Arbeni Pérez, de Cuba, asegura que atravesó 12 países hasta llegar a México, pero lo más difícil fue que en la selva de Panamá se perdió siete días, y contrajo Covid-19, por lo que estuvo internado 16 días en ese país hasta que salió negativo. Además, narró a este diario que los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) lo han discriminado y golpeado.

No queremos estar en México, deseamos ir a EU
a cualquier precio, ya que he sufrido mucho para regresar
con las manos vacías. Padecimos deshidratación cuando atravesamos la selva, hemos dormido en la calle y comido de la basura

Arbeni Pérez, Migrante cubano

Arbeni en su país era médico veterinario, mientras que su esposa, con quien viaja, es ingeniera en informática. Pero la falta de oportunidades, alimento y trabajo, los forzó a huir, dejando atrás a sus dos hijos con sus abuelos mientras se regularizan, consiguen trabajo y juntan dinero para traerlos de manera legal.

“Nosotros no queremos estar en México, deseamos ir a Estados Unidos a cualquier precio, ya que he sufrido mucho para regresar con las manos vacías. No quiero optar por una visa humanitaria, yo sólo quiero un documento que me permita llegar al norte sin problemas y pedir mi asilo allá. Hemos sufrido mucho, padecimos deshidratación cuando atravesamos la selva, hemos dormido en la calle y comido de la basura, aparte ni para una botella de agua tenemos dinero”, agregó.

Carlos Carrillo, de 59 años de edad y originario de Guatemala, dejó su país porque las maras le arrebataron el restaurante que recién había inaugurado y secuestraron a su hijo para pedir rescate. Días después se quedó sin ningún sustento y con la amenaza de salir del país o lo matarían.

Tuvimos que pagar el rescate, entregamos el carro
y dimos dinero, pero las autoridades estaban coludidas con los grupos criminales, incluso las mismas policías nos exhortaron a huir. Lo peor es que mi restaurante también me lo quitaron

Carlos Carrillo, Migrante guatemalteco

“Tuvimos que pagar el rescate, entregamos el carro y dimos dinero, pero las autoridades estaban coludidas con los grupos criminales y dieron carpetazo, incluso las mismas policías nos exhortaron a huir. Lo peor es que mi restaurante también me lo quitaron y me dieron un plazo de días para irme con mis hijos, porque de lo contrario, lo secuestrarían otra vez, pero esta vez lo matan”, explicó.

A días de poner su negocio, le obligaron a vender droga, además de cobrarle una renta para que no le hicieran nada, pero a las semanas se lo quitaron porque el lugar ya era exitoso. Dejó a su esposa e hija escondidas con algunos familiares en otras provincias hace tres meses, con la promesa de que regresará con dinero para pasarlas a México e iniciar una nueva vida.