Al combatirlo, hay que perderle el miedo, no el respeto, dice

“El fuego es un gigante muy fuerte”: brigadista

Gabino Rodríguez señala que al ser voluntarios no tienen seguro de vida ni apoyo del Estado; México registra más de 4 mil incendios en lo que va del año, con 159 mil hectáreas afectadas.

“Los Tejones” se dirigen a apagar un incendio, en Cuernavaca, el jueves.
“Los Tejones” se dirigen a apagar un incendio, en Cuernavaca, el jueves.Foto: Especial
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En lo que va del año, en México han ocurrido más de 4 mil incendios, principalmente en los estados de Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Jalisco, México, Michoacán, Morelos, Puebla, Tlaxcala y Veracruz que han afectado unas 159 mil hectáreas, por lo que La Razón pidió su testimonio a Gabino Rodríguez, brigadista desde hace más de 35 años.

“El fuego es un gigante bastante poderoso con el que te enfrentas y del que tienes que cuidarte en todo momento. Los brigadistas, comparados con él somos unos entes pequeñitos que van a combatirlo, pero de una manera inteligente.

Desde hace 35 años soy parte de la brigada de “Los Tejones” de Santo Domingo Ocotitlán, Tepoztlán, y yo creo que a la lumbre o el fuego, hay que perderle el miedo, pero no el respeto. Siempre debes llevar el equipo más adecuado; un pantalón de mezclilla, una camisola con una playera abajo, un paliacate para que te cubras del humo, tu botella de agua, botas de uso rudo y si es posible un casco para que no haya mucho riesgo de que te caiga una piedra en la cabeza. Tu machete, rastrillo y una pala.

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.Gráfico: La Razón de México
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.Gráfico: La Razón de México

Hace como 24 años tuvimos una de las peores experiencias. Justamente en el cerro que se quemó a inicios de abril pasado, en Malinalapa, andábamos apagando el desastre y llegó un remolino de fuego, estos usualmente son de 200 a 300 metros que se llevan todo lo que hay a su paso, entonces Felipe y Gerardo, dos compañeros, no alcanzaron a quitarse y se los llevó. Fallecieron.

Ninguno de los voluntarios tiene seguro de vida, el Estado tampoco nos lo proporciona. En cuanto a las herramientas, todo el equipo ha salido de nuestro bolsillo, el de nuestras familias y apoyos que llegan de afuera. Una vez nos donaron algunos cascos y equipo por parte de la embajada de Canadá, por ejemplo.

Mi tío Lázaro Rodríguez me inició en esto desde los doce, y mis padres, aunque se quedaban con la preocupación, les daba seguridad que él me acompañara; él nos enseñó a mí y otros 40 chavos y niños del barrio, a saber cómo entrar al fuego, cómo protegernos y por dónde atacarlo. En los más grandes no ingresábamos por la edad, pero entrenábamos en los que se formaban en pastizales.

No me da miedo la idea de no volver a ver a mi esposa y dos hijos porque siempre tomamos todas las precauciones. Lo primero que hacemos al llegar al lugar es identificar el terreno y ver hacia dónde correr, porque arriba, en los cerros, el viento entre las 12:00 y las 15:00 horas de la tarde es muy impredecible, va en todas direcciones y debes tener cuidado.

A la lumbre hay que perderle el miedo, pero no el respeto. Siempre debes llevar el equipo más adecuado; un pantalón de mezclilla, una camisola con una playera abajo, un paliacate para que te cubras del humo, tu botella de agua, botas de uso rudo y si es posible un casco para que no haya mucho riesgo de que te caiga una piedra en la cabeza

Gabino Rodríguez
Brigadista de “Los Tejones”

El momento ideal para atacar el fuego es en la mañanita, a partir de las 6:00 y hasta las 11 horas; mientras Dios me permita voy a seguir activo.

Ahora que estuvimos en el último incendio junto a mi tío Lázaro, quien ahora tiene 68 años de edad, el equipo se fortaleció más porque se sumaron más voluntarios, incluso una persona de origen extranjero prestó su camioneta para movernos.

Siempre le he tenido mucho amor a mi pueblo, Tepoztlán, yo aquí nací. A los ocho años iba a caminar a los cerros con mis amigos. Desde entonces estoy en contacto con la naturaleza, la reforestación y el cuidado del agua.

Aunque soy ingeniero industrial, llevo 35 años como voluntario en esta y otras actividades de mi colonia, en las que no recibes ninguna retribución económica en una situación que no da tregua, pero para mí la compensación es personal, siempre. Creo que cuando uno está listo para subir a la montaña, siempre debes pedir para que te ayude de la misma forma en que tú la vas a apoyar”.