Rusia aviva tensión en Ucrania; ve cerca una 3ª Guerra Mundial

Entre acusaciones cruzadas de nuevos bombardeos en Ucrania, Rusia y hasta Moldavia, el ministro de Exteriores del Kremlin, Serguéi Lavrov, elevó las tensiones al sostener que la crisis en Ucrania podría convertirse en una Tercera Guerra Mundial.

Pese a su postura de retomar negociaciones, aunque Volodimir Zelenski las retrasa, el número dos de Vladimir Putin advirtió que a dos meses de la invasión el peligro de escalar la guerra “es grave, es real, no se puede subestimar”.

En entrevista con un canal ruso, recogida por la agencia Interfax, sostuvo que la situación está al límite y culpó a Occidente de no respetar normas y suministrar armas a la región que dice ataca a sus ciudadanos, en referencia al Donbás.

Un día después de que Estados Unidos prometió reforzar a Ucrania, el canciller ruso reclamó que aliados de Zelenski complican la negociación sin mediar o rebajar la tensión que cumple 61 días, pues acusó que Washington y Gran Bretaña frenan las mesas, en las que el presidente francés, Emmanuel Macron, participa.

Agregó que en el escenario actual son más los que intentan evitar un acuerdo que los que desean parar los bombardeos, al presionar a Zelenski para negociar bajo sus condiciones y responsabilizarlo de los ataques; pues según su versión Occidente empuja a Ucrania a romper acercamientos y acumular armas, generando un clima de rusofobia.

Con dichas acciones, explicó, se promueven agresiones y sanciones al Kremlin, funcionarios y oligarcas, lo que parece una respuesta a la visita de los secretarios de Estado, Antony Blinken, y de Defensa, Lloyd Austin, a Kiev.

Ambos externaron su apuesta por debilitar más a Rusia, que sigue fracasando en su plan de apoderarse de puntos clave como Kiev y Donbás. Coincidieron en que esas fuerzas están mermadas, mientras Inteligencia británica afirmó que el invasor ya perdió unos 15 mil soldados, es decir, 250 en promedio al día.

Al respecto, Lloyd recalcó que siguen firmes apoyando a Kiev para “ver a Rusia debilitada” hasta que no pueda emprender nuevas acciones y carezca de opciones para seguir atacando a la región de la que escaparon 5.1 millones de personas.

En tanto, los ataques persisten y ayer las tropas rusas se lanzaron contra cinco estaciones ferroviarias y unas refinerías en Mariupol para eliminar infraestructura esencial, con lo que cortaron ayuda humanitaria, según Ucrania, pero Rusia ratificó que seguirá apuntando a esas bases al sostener que son usadas para almacenar y trasladar el equipo que llega del extranjero. Actos en los que mataron a cinco civiles, entre ellos una niña.

Para minimizar el golpe, Rusia ofreció un cese el fuego sólo en la siderúrgica, indicando que dejaría libres hasta a nacionalistas que atacan, para que salgan de la región más de 100 mil personas que siguen atrapadas, según la Fiscalía.

Pero éste no fue el único bombardeo, pues Ucrania acusó que en Transnistria, Moldavia, hubo una agresión de bandera falsa para culpar a sus fuerzas; en respuesta, Rusia registró lanzamientos contra su territorio en una aldea a 40 kilómetros de la frontera, según autoridades de Belgrado, y hasta depósitos de gasolina.

En medio de la escalada, el canciller ucraniano, Dmitro Kuleba, alertó en entrevista con AP que Moscú podría estar preparando una trampa para el secretario general de la ONU, António Guterres, quien se reúne hoy con Putin.

Luego de criticar que Guterres visite primero al agresor en vez de a la nación invadida, recordó que la nación invasora sabe aprovecharse de cada situación y el viaje del líder del organismo, que expulsó a Rusia de su Consejo de Derechos Humanos, podría ser una oportunidad para cambiar el panorama en su favor. Asimismo, adelantó que un primer logro en esta visita sería garantizar un corredor humanitario para nuevas salidas.

REDOBLAN EXPULSIONES

 Tres semanas tardó el Kremlin en responder a la expulsión de diplomáticos en Alemania y ayer echó a 40 representantes del gobierno del canciller Olaf Scholz.

Luego de advertir que tomaría represalias por acciones “inamistosas” de parte de naciones de Occidente, Rusia convocó al embajador alemán, Geza Andreas von Geyr, para comunicarle que deben abandonar el país tras ser declarados personas no gratas, pues se identificó que pretendía socavar la libertad.

Ante estos actos, la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, recriminó que se tomen represalias sin bases, pues sostuvo que algunos de ellos acababan de llegar a esa embajada.