Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires, Argentina, un 17 de diciembre de 1936, fue hijo de inmigrantes italianos, creció en un hogar modesto donde prevalecían más las carencias de una familia humilde que las enseñanzas de la Iglesia. Estudió química, y ya después humanidades, filosofía y teología. En la miseria de su Argentina aprendió que el dolor humano se resuelve con ejemplo, con presencia, que de nada sirve rezar mucho si no se trabaja mucho, la fe no sirve si no se ensucia los zapatos.
Cuando fue ungido arzobispo, optó por vivir en un pequeño departamento, decidió hacer sus tareas del hogar por sí mismo, cocinar, asear, lavar, planchar y moverse en transporte público, a diferencia de muchos “colegas”. Era un cardenal con alma de párroco, incómodo para muchos en Roma. En 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, fue elegido Papa. Eligió el nombre de Francisco, como el santo de los pobres.
Jorge Mario no buscó agradar a nadie. Le estorbaban los muros, los dogmatismos, los lujos vaticanos, los fascismos con sotana. Y aunque lo criticaron desde dentro y desde fuera, permaneció firme en lo que creía: denunció la indiferencia, defendió la migración, pidió una Iglesia menos autoritaria y más compasiva, dejó de relegar a los y las viudas, a los homosexuales, a los y las divorciadas les dio una nueva oportunidad.

Importante reconocimiento a la SHCP
Jorge Mario incomodó al poder político de su natal Latinoamérica, y todo porque los gobiernos mantenían y mantienen un vacío moral. Nunca dejó de hablar sin tapujos de casos de corrupción, populismo que daña, de la indiferencia ante los migrantes, del poco cuidado al medio ambiente, de la persecución a la prensa y de los asesinatos de periodistas; nunca dejó de hablar del amor y la fraternidad como alternativa a la guerra y al odio. Sin pena, pidió perdón por los pecados de la Iglesia, aunque eso significó enfrentar a la curia romana.
Se fue como llegó, de manera intempestiva, sin esperarlo. Así como dejó un gran hueco en Argentina cuando se convirtió en Papa, así deja un gran hueco en el corazón del mundo.
Jorge Mario, sí, así, porque Francisco fue el líder del Vaticano. Jorge Mario era él, su esencia y su pensamiento. Jorge Mario fue y seguirá siendo una figura buena, entre tantas figuras malas.
Adiós Jorge Mario…
Reenviado
“Me hicieron ver una represión. Obreros, gente que pedía por sus derechos en la calle. Y la policía la rechazaba con una cosa que es lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad. El gobierno se puso firme y, en vez de pagar la justicia social, pagó el gas pimienta…”
-Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco. Con relación a una represión a obreros por parte del gobierno de Argentina.
