Menores y violencia

Menores y violencia
Por:
  • bibiana_belsasso

El pasado viernes un niño de 11 años disparó, en el Colegio Cervantes, ubicado en Torreón, Coahuila, contra maestros y compañeros, dejando un saldo de cinco menores y un maestro heridos, y su profesora y el propio menor fallecidos.

El niño les dijo a sus compañeros que “hoy era el día”, minutos después pidió permiso para ir al baño, se cambió, se puso una playera con la misma leyenda que tenía uno de los jóvenes de la matanza de Columbine (el tiroteo ocurrido el 20 de abril de 1999 en Denver, Estados Unidos, en la Preparatoria de Columbine, donde dos estudiantes, Harris de 18 años y Klebold de 17 abrieron fuego dejando 13 víctimas mortales y 24 heridos).

Luego salió del baño, con dos armas, una calibre 22 y otra calibre 40.

Como había tardado más de 20 minutos fuera del salón su maestra fue a buscarlo y ahí se desencadenó el trágico hecho.

La madre del menor había fallecido así que éste vivía con sus abuelos. Tenía buenas calificaciones y en pocos días representaría a su colegio en un concurso.

Un día antes de este tiroteo en Torreón, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, detuvo en Tláhuac al hijo de Felipe de Jesús Pérez, El Ojos, junto con cuatro jóvenes más, acusados de privar de su libertad a una persona.

El menor fue detenido cuando, se aseguró, aquéllos intentaban secuestrar a una joven. La tenían a bordo de un automóvil, pero pidió ayuda y fue rescatada por elementos de la Policía de Investigación. La víctima dijo que la amenazaron con quitarle la vida.

Los policías inspeccionaban el vehículo, cuando la víctima, quien viajaba en la parte trasera del auto, pidió auxilio.

A los cinco detenidos se les decomisó un kilogramo de mariguana, y una réplica de un fusil de asalto y un arma corta.

El hijo de El Ojos, fallecido líder del llamado Cártel de Tláhuac, y el resto de los detenidos, ya fueron presentados ante el Ministerio Público.

[caption id="attachment_1083988" align="alignnone" width="1060"] Luego del tiroteo registrado el pasado viernes en el Colegio Cervantes de Torreón, el plantel fue cerrado y quedó bajo resguardo de las autoridades, que acordonaron el área. Respecto a las víctimas, la Secretaría de Salud de Coahuila informó que este lunes serán dados de alta dos de los cinco alumnos heridos, así como el maestro que resultó lesionado. Foto: Especial[/caption]

Ni el tiroteo en el Colegio Cervantes de Torreón ni los intentos de secuestro en los que están directamente involucrados menores de edad son casos únicos en México.

En 2017, hubo un tiroteo en el Colegio Americano de Monterrey, escuela privada ubicada al sur de la capital de Nuevo León.

Un estudiante de secundaria de 16 años disparó con un revólver a su profesora y a sus compañeros mientras estaban en el salón de clases. El hecho dejó dos alumnos muertos.

Son muchas las historias de niños que han cometido homicidios en nuestro país.

Usted seguramente recordará el caso de un muchacho de Morelos que tenía 14 años cuando fue sentenciado por el asesinato de cuatro jóvenes que fueron colgados de un puente. Según las investigaciones, el menor había participado en varios homicidios.

Según lo reportado entonces desde los 11 años estuvo ligado a actos ilícitos. Fue detenido en 2010, y se le vinculó al Cártel del Pacífico Sur.

La historia personal del menor fue difícil. Abandonado por sus padres, ambos con problemas de adicciones, quedó a cargo de su abuela, quien murió cuando el chico recién había cumplido 11 años.

El niño se quedó en las calles donde fue reclutado por Jesús Radilla, El Negro, una de las cabezas del Cártel del Pacífico Sur. Estuvo preso tres años y después quedó en libertad.

Hoy, además de los tiroteos que hemos visto en colegios, muchos niños están siendo reclutados por el crimen organizado.

Hay registro de menores en todos los grupos criminales. Hay muchos niños que son secuestrados por el narcotráfico y obligados a cometer actos ilícitos. Otros participan en el crimen organizado porque es el ejemplo que han visto en su familia o el entorno en el que viven.

Cifras del mundo académico hablan de unos 30 mil niños y niñas que cooperan con los grupos criminales de varias formas: tráfico de drogas, secuestro, trata de personas, extorsiones, contrabando, piratería y como sicarios, entre otros delitos.

Estas cifras las da también el Comité de los Derechos del Niño de la ONU, que denuncia que entre 25 mil y 30 mil adolescentes han sido forzados a trabajar con el crimen organizado.

La pregunta es: ¿qué está pasando en nuestra sociedad para que niños de tan sólo 11 años la violencia en unos casos o de plano el crimen en otro sea parte de sus vidas? ¿Qué tan frecuente puede llegar a ser que niños entren a sus colegios para acabar con la vida de estudiantes y maestros, algo que era muy extraño ver en nuestro país?

Pero también hay niños a quienes se señala de cometer acciones de violencia, en algunos casos extrema, como parte de pandillas y grupos delincuenciales.

Igualmente, niños que tienen conflictos, carencias y problemas psicológicos. Tenemos que voltear a ver a esos niños, para prevenir posibles tragedias. Pero además hay un tema: los niños huérfanos de delincuentes. ¿Dónde están esos menores de edad?