Tiempos recios

Tiempos recios
Por:
  • Carlos Urdiales 1

En su nueva novela, el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa nos remonta a un mundo donde todo conflicto político y armado debía leerse y comprenderse a partir de la lógica de la Guerra Fría. El mundo, cual tablero de ajedrez, donde cada pieza avanzaba, retrocedía o sucumbía según conviniera a Estados Unidos o a la extinta Unión Soviética.

Tiempos recios (Alfaguara, 2019) presenta un todo dividido entre capitalistas y comunistas, donde la publicidad de la mentira construye versiones históricas bajo la firma siempre del bando ganador. Época y contexto caducos ante un supuesto nuevo orden mundial. Y, sin embargo, la propaganda embozada en redes sociales cruza el mundo mientras teorías del complot adquieren forma y lógica.

Sobre el ataque de las Guardias Revolucionarias iraníes a dos bases militares de Estados Unidos en Irak, luego del asesinato del general Soleimani, analistas internacionales coinciden en apuntar el factor China dentro de esa mezcla petrolizada de intereses. La escalada de un conflicto armado en la región podría tener por consecuencia disminuir y encarecer suministros energéticos al mayor y más insolente competidor comercial de EU.

Sobre la caída de Evo Morales y la narrativa del fraude electoral, la eternización del líder indígena en el poder, más el imaginario eje Argentina-Venezuela-Nicaragua-¿México?, incómodo a los ojos de Washington, observadores apuntan a las reservas bolivianas de litio, el mineral más valioso y codiciado en el mundo tecnológico y en el cual nuevamente el factor China incide. Si Evo Morales negoció con los asiáticos la explotación de sus yacimientos en lugar de hacerlo con el régimen encabezado por Trump, entonces esa nota debe ser considerada para la comprensión del repentino rompecabezas andino.

Si en el sangriento panorama local de los narcocárteles mexicanos, su empoderamiento, alcance transnacional, más la ruptura de un orden institucional corrupto con el advenimiento de una 4T que trastoca la lógica pública del uso de la fuerza en el combate a su ilegalidad y opta por una cuestionada política de lenta reconstrucción social, sumemos la noticia del megayacimiento de litio —también llamado oro blanco— en Bacadéhuachi, Sonora; el más grande del mundo, y mezclémoslo con la amenaza de Trump para declarar terroristas a los capos aztecas con la consecuente injerencia autoadjudicada que se abrogan los vecinos del norte al catalogar así a un grupo en cualquier país.

Los tiempos recios de los que escribe Vargas Llosa en su novela están vigentes. El mundo ha mudado algunos de sus polos de poder, pero el apetito por dominar rutas y reservas de energéticos está vivo.

México tiene la singular experiencia de ser nación grande al lado del policía global, desde la Revolución hasta su institucionalización hemos participado en embarques revolucionarios fuera de nuestras fronteras, mediadores y conspiradores.

Por eso el affair de Evo en México y la tensión con Bolivia saben a viejo. Tiempos recios que demandan del gobierno análisis y diplomacia como nunca para sobrellevar con tolerable soberanía, estos tiempos recios.