Armando Chaguaceda

Dónde estabas cuando…

DISTOPÍA CRIOLLA

Armando Chaguaceda
Armando Chaguaceda
Por:

No hay abuso de autoridad ni linchamiento público en las opiniones del Presidente. Es sólo otro ciudadano ejerciendo su derecho a opinar. Derecho que, por primera vez, disfrutamos hoy plenamente. Porque antes teníamos títeres corruptos, impuestos por la mafia del poder. Por eso los denunciábamos. Ahora todo es diferente. No aplican las cosas del pasado. Tenemos un presidente electo, una verdadera democracia. Y ahora sí hay verdadera libertad de expresión.

Éste es el tono de los argumentos de viejos camaradas, simpatizantes del gobierno, en un diálogo reciente sobre la libertad de expresión en México. Son amigos de vieja data. Junto a ellos, en época de Fidel Herrera y Javier Duarte, marchamos demandando justicia por el asesinato de Regina Martínez y contra el asedio a Proceso y varios medios locales. Desde una radio alternativa, criticábamos a Calderón y Peña. Sin autocensurarnos por guardar “respeto a la autoridad”, repudiábamos los errores y autoritarismos del poder.

Aquello fue, para mí, una escuela de ciudadanía. Con estos amigos he compartido, además del afecto, el sueño de una mejor prensa, con menos pasquines y más análisis, opinión e investigación de calidad. Una prensa que apueste por una nación más informada, educada y libre. Pero discrepamos en los modos de construirla y evaluarla.

No se trata de inventar que México fuera ayer Suiza y ahora China, sino de algo mucho más concreto. Antes y ahora vivimos una democracia defectuosa, legado de un prolongado autoritarismo y una transición frágil. Ayer y hoy vivimos en un país donde la libertad e inseguridad de la expresión se combinan, con esta última afectando decisivamente a la primera. Antes y en el presente diversos poderes públicos, privados y criminales han restringido —por la coacción o la seducción— el alcance de lo que se puede conocer, investigar y difundir1. Ser periodista en México es una labor heroica, reconocida a nivel doméstico y mundial.

De lo que se trata es de sostener los mismos raseros deontológicos y técnicos que antes se asumió. Si se defendía la necesidad de ejercer la opinión autónoma y el periodismo crítico, mantener hoy la misma actitud. Incluso si el gobierno nos simpatiza. Porque ningún funcionario es, en su escala, un ciudadano con simétrico poder y responsabilidad respecto a sus compatriotas. Toda la legislación y la reflexión internacionales sobre el Derecho Humano a la libertad de expresión reconoce esas diferencias.

Hoy se pone a prueba si algunos que antes exigían respeto a la libertad de expresión lo hacían por estar en la oposición. Si ahora ponen peros por simpatizar con el gobierno. Si invertimos la ecuación —volteando la vista a antiguos complacidos, hoy críticos— el resultado es el mismo. En todos los casos, se trata de activistas mediáticos con un objetivo legítimo y concreto: impulsar y defender determinados proyectos políticos y personales. Pero no son defensores —con un compromiso raigal, transideológico— del Derecho Humano a una comunicación plural. De una libertad de expresión lo más protegida posible de quienes mandan y de la polarización amplificada por simpatizantes y adversarios miméticos.2

En este país ha habido siempre propagandistas al servicio del gobierno de turno. Pero también profesionales dedicados a un periodismo de altos estándares. Varios de estos apoyaron el triunfo del actual gobierno. Hoy discrepan de decisiones y actitudes oficiales. No se han transformado en opositores fanatizados o funcionarios justificativos: siguen siendo y haciendo lo mismo. Revisemos mejor cuánto el poder y los medios —y sus nexos— cambiaron en estos últimos años. También cuánto nosotros —en nuestra relación con aquéllos— lo hemos hecho. Así cobrará buen uso y sentido la manida frase, que hoy tantos repiten sin parar: y tú dónde estabas cuando…

1 Ver Jenaro Villamil, “La responsabilidad social de los medios” en José Ramón Cossio y Enrique Florescano (coord) La perspectiva mexicana en el siglo XXI, FCE/Universidad Veracruzana, 2012

2 Ver al respecto Los límites de la democracia:la 4T y la construcción del enemigo, Signa Lab, ITESO en https://signalab.mx/2020/10/13/ los-limites-de-la-democracia/