Arturo Damm Arnal

De las drogas (2/5)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Qué debe, no qué puede, hacer el gobierno es la pregunta que hay que responder para saber si debe prohibir desde la producción hasta el consumo de drogas. Respondo considerando los tres poderes del gobierno, sin los cuales deja de serlo.

Esos poderes son: prohibir, obligar y castigar, mismos que pueden combinarse de cuatro maneras: (i) prohibir violar los derechos de los demás y castigar a quien lo haga; (ii) prohibir dañarse a uno mismo y castigar a quien lo haga; (iii) obligar a hacerle el bien a los demás y castigar a quien no lo haga; (iv) obligar a hacerse el bien a uno mismo y castigar a quien no se lo haga.

Cada combinación está relacionada con una virtud. La primera con la justicia: respetar los derechos de los demás. La segunda con la prudencia negativa: no dañarse a uno mismo. La tercera con la beneficencia: hacerle el bien a los demás. La cuarta con la prudencia positiva: hacerse el bien a uno mismo.

La pregunta qué debe hacer el gobierno puede reformularse, desde la perspectiva ética, así: ¿qué virtudes debe el gobierno exigirle a los ciudadanos? ¿Debe exigirles la justicia, el respeto a los derechos de los demás, y castigar a quien no lo haga? Sí, esa es su tarea esencial, sin la cual deja de ser gobierno. Que el gobierno deba exigir la justicia quiere decir que la misma no debe dejarse a la libre decisión de cada uno, sino exigirse a todos por igual, justicia que es la condición de la convivencia civilizada. Uno no debe decidir si respeta o no los derechos de los demás, derechos que, precisamente por serlo, deben respetarse sin condiciones, sin esperar nada a cambio más que la satisfacción de haber actuado justamente, de ser justo.

Además de exigir la justicia, de prohibir y castigar la violación de derechos, ¿debe el gobierno prohibir hacerse daño a uno mismo, obligar a beneficiar a los demás, y obligar hacerse el bien a uno mismo? ¿Debe obligar a la prudencia negativa, la beneficencia, la prudencia positiva? No pregunto si debemos ser prudentes, tanto en sentido negativo como positivo, ni si debemos ser benéficos. Debemos serlo. Pregunto si el gobierno debe obligarnos a serlo.

Quienes creen que el gobierno debe prohibir desde la producción hasta el consumo de drogas creen que sí, que debe obligarnos a practicar la prudencia negativa, virtud por la cual no nos dañamos a nosotros mismos, daño que nos provocamos al consumir drogas, consumo que viene precedido de la producción. Prohibiendo el gobierno desde la producción hasta el consumo de drogas  le da a todas esas conductas el trato que debe dársele a las delictivas, siendo que, por su propia naturaleza, no lo son.

Son delictivas por su propia naturaleza las conductas que violan derechos (matar, secuestrar, robar). ¿Qué derechos violan quienes se dedican a la producción y consumo de drogas? Ninguno. Se trata de actividades económicas que, por no violar derechos, son justas, lo cual no quiere decir que no sean perjudiciales. No hay que confundir violar derechos (injusticias) con consumir satisfactores que hacen daño (imprudencias), consumo que presupone la producción del satisfactor. Y las drogas satisfacen necesidades, como son los vicios, necesidades cuya satisfacción es impostergable, con rendimientos marginales crecientes: entre más se consume más se necesita.

Continuará.