Bibiana Belsasso

“Ser periodista no es sólo contar una historia, sino involucrarte”

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bibiana Belsasso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Platicamos con mi compañero periodista Jorge Zarza, quien está publicando En el lugar de los hechos, donde relata lo que ha vivido de grandes coberturas, desde la ejecución de un mexicano sentenciado a muerte, hasta los atentados de Atocha. Zarza nos narra las vivencias, lo que no se vio en televisión.

Jorge Zarza (JZ): Son 17 relatos escritos con el corazón; la verdad no tengo otro interés, no tengo otra intención más que contar lo que no se vio en la televisión.

BB: Te tocó ver la ejecución de un mexicano en Texas.

JZ: Fíjate que, de entrada, la dificultad para llegar, lo complicado que fue ese momento en donde tú estás viendo, estaba yo cerca de la familia, al lado de la familia para decirlo claramente, de los papás, y cómo veían la pared, que el reloj marcaba las seis de la tarde, porque sabían que a las seis de la tarde iba a entrar la inyección letal, se hizo silencio, esperando la llamada del gobernador de Texas, George Bush, antes de que fuera presidente, porque era la única persona que podía dar el perdón, la salvación para este mexicano. Fue la primera vez que ejecutaron a un mexicano en Texas. Irineo Tristán Montoya.

BB: ¿Qué decía la familia minutos antes de la ejecución de Irineo Tristán Montoya?

JZ: El papá recuerdo que hablaba mucho, la mamá era más llantos que declaraciones. Estar en esa cárcel, afuera y adentro, es terrible, porque se siente un ambiente de muerte, eso es lo que pasa realmente en esas celdas, la gente está aislada, la gente está en espera, le llaman “el pabellón de la muerte”, es un pasillo enorme en donde la persona que sale no tiene otro destino más que recibir una inyección letal.

El periodista, al presentar su libro el pasado 5 de abril.
El periodista, al presentar su libro el pasado 5 de abril.Foto: Especial

BB: Estuviste en el rescate de los mineros en Chile, en el 2010.

JZ: Sí, ésa tiene sus toques dramáticos, porque cuando nosotros vemos en pantalla que estaban los mineros vivos, el tema no era que hayan estado con vida, vamos, es muy importante, pero el tema era cómo sacarlos a 800 metros de profundidad, es como dos veces la Torre Eiffel, o sea, dices: “¿Cómo los van a sacar?”, y ése era el tema que tenía el presidente de Chile, Sebastián Piñera, y ése era el tema que tenía el ministro de Minería, o sea, meter un taladro y hacer un hoyo que llegara hasta el fondo de ellos, pues se oye fácil y sencillo, nada más que una vez que tú penetras la tierra, era tan porosa, ellos hablaban como si fuera de arena, entonces en ese momento se desmorona, se tapa el hoyo y se mueren, o sea, era un tema quirúrgico que ellos resolvieron de manera magistral, llevaron a todos los que pudieron, a los expertos, a los alemanes, a los chinos, a todo mundo que tenía que ver con perforación y exploración lo llevaron y los sacaron vivos. Yo cuento el relato que poca gente vivió alrededor de la mina, que se hizo un campamento que se llamaba La Esperanza, a mí me conmueve muchísimo cuando yo entro a una escuela improvisada de los hijos de los mineros que estaban ahí enterrados, tomando clase y estaban escuchando la canción de Cepillín, entonces yo digo: “¿cómo es posible?”, y además la entonaban con tal entusiasmo, en ese momento levanto el teléfono y le digo a Linet Puente: “¿oye, no podrás conseguirme un video de Cepillín que salude a los niños, a los hijos de los mineros?”. En dos horas tenía el video en mi celular, proyecté el video en la escuelita improvisada y fue un día muy feliz para todos esos niños. Y eso es lo que hace un periodista, no solamente es ir y contar la historia, sino involucrarte socialmente con alguien a quien le puedes cambiar la vida o un minuto de su vida.

BB: La matanza de Acteal, de niños, mujeres, es otra historia terrible.

JZ: Llegamos a Acteal y nos dejan pasar los zapatistas, porque TV Azteca en ese momento se había convertido en un medio de comunicación que sí le daba voz al Subcomandante Marcos, es muy importante la vida democrática del país, cuando muchos medios cerraron la puerta a ciertos actores, Azteca las abrió.

Son 17 relatos escritos con el corazón; la verdad no tengo otro interés, no tengo otra intención más que contar lo que no se vio en la televisión. Yo no recibí ninguna línea, ninguna instrucción, ni nadie me lo revisó para publicarlo

BB: Una matanza de esa magnitud, cuando no había redes sociales, cuando la gente no sabía que ocurrían esas cosas.

JZ: Estábamos previo a la Navidad, y había una matanza terrible de mujeres y de niños, que cuando yo llegué los estaban enterrando, recuerdo, y lo escribo en el libro, cómo estaba con una Biblia en sus manos el obispo Samuel Ruiz dando consuelo a la gente que estaba ahí, la gente no entendía nada, de entrada son tzotziles y él hablaba un poco de tzotzil y en español, era tal este sentimiento de dolor y de desgracia, que la gente lo que quería era que los enterraran, ahora, pues los enterraron mal, eran fosas hechizas, improvisadas, con féretros de madera, o sea, rallaba casi en lo indigno, ¿no?, porque obviamente estaban en un lugar lejano, en la sierra llena de zapatistas y llena de paramilitares, estuvo terrible. Yo tenía 25 o 26 años, tampoco tenía toda la experiencia, nunca había visto un muerto en mi vida.

BB: Ahora, te tocan todas estas historias muy duras, pero también tienes la posibilidad de poder conocer personajes importantísimos, y contar historias de luz.

JZ: Totalmente, luz y sombra. Me detengo en la de Cuauhtémoc Blanco porque es genial, digo ahora es el gobernador de Morelos. Cuando es el Mundial de Francia 98 pusieron por primera vez las pantallas gigantes en el Zócalo, hoy es una cosa normal, pero en aquel momento fue extraordinario y llega mucha gente del Centro, particularmente de Tepito, cuando alguien mete un gol y le cae un petardo, una bomba casera a un chico en la cara y le destroza la mitad de la cabeza, el chico va al hospital, ahí lo internan, está en coma, en terapia intensiva y el productor me dice: “hay que buscar a algún seleccionado para que visite a este chico al hospital”, bueno, los productores dan instrucciones, en ese momento yo subo al tercer piso donde estaba Faitelson, todavía trabajaba en Azteca, le platico la historia y él, bueno, se ríe, por supuesto, no en tono burlón, pero sí como “te paso los teléfonos de los seleccionados”; nadie me contestó, hablé a todos, el único que me contestó fue Cuauhtémoc Blanco, le pregunté si podía ir al hospital porque ese niño estaba mal, y fue al hospital. No cuento el desenlace porque me gustaría que leyeran el libro.

BB: ¿La reina Isabel?

JZ: El presidente de México en ese entonces, Enrique Peña Nieto, es invitado a la cena de honor con la reina Isabel y con la comitiva de prensa, entonces nosotros pudimos estar precisamente ahí en el Palacio de Buckingham, y cuento obviamente cómo es una cena real y todos los protocolos, amenizaron con canciones de Armando Manzanero, con canciones de Manuel M. Ponce, en fin, y son detalles que a lo mejor la prensa no registra, pero que ya al tiempo, cuando yo escribí el libro, pues recordé eso y muchos otros detalles.

BB: Esta profesión es de suerte, pero la suerte es de quien la trabaja.

JZ: Totalmente, y además, esto como en el teatro, no hay toma dos. Y le agradezco mucho a Ricardo Salinas Pliego que haya tenido la generosidad de escribir el prólogo, tú sabes que es un férreo defensor de la libertad, y él generosamente en esas páginas dice que el libro es un testimonio de libertad, y vaya que lo fue, porque yo no recibí ninguna línea, ninguna instrucción, ni nadie me lo revisó para publicarlo.