Carlos Urdiales

Raro ambiente para la 4T

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
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Resulta complejo diferenciar entre las tormentas de la temporada electoral y aquellas que la retórica transformadora del Presidente López Obrador provocan. Politiquería desde ambos lados en un espectro nacional devenido en binario a punta de mañaneras.

México procesa la elección federal intermedia, la más concurrente de la historia, en inédita crisis sanitaria que trastoca todos los referentes e indicadores de economía, inseguridad, violencia y políticas públicas en todos los sectores.

Ante una realidad global distorsionada por la pandemia, aquí resumimos el debate electoral al blanco o al negro, mejor dicho, a estás con AMLO o en contra de AMLO. Algo similar ocurre en Estados Unidos con el voto en disputa, pro-Trump o anti-Trump.

Tendencia mundial ante el fracaso de la ideología y su eficacia partidista. De ahí la proliferación de liderazgos simplistas y populistas que rentabilizan los enojos más que los proyectos; ocupados más en la destrucción que en la edificación de nuevas realidades.

En esa polarización, funcional para la épica del Presidente, las campañas meta-partidistas se activaron con usual vigor y con inusual probabilidad de éxito tanto para uno como para el otro bando.

Andrés Manuel López Obrador celebra el plantón del Frente Nacional Anti AMLO (Frena); otro timbre de orgullo, que dice, demuestra su éxito en el combate al establecimiento de la corrupción como forma de vida política y social.

Más allá del potencial físico (acarreados y profesionales de la protesta suelen ser clientes del otro equipo), de su capacidad de reciclarse y resistir (podrían tomar clases con la CNTE, Antorcha Campesina, Asamblea de Barrios y demás fauna de frentes, asociaciones y consorcios mitoteros de presión política), el hecho de plantarse, así sea por tiempo limitado, en la calle es una imagen poderosa que mina la exclusiva de la lucha social usufructuada por AMLO durante 25 años.

Y eso le pesa, aunque celebre. Lo expone a un ejercicio de tolerancia que, con todo respeto, no es su fuerte. Lo mismo pasa con la carta del poeta Javier Sicilia, una voz caída de la gracia presidencial que, por trayectoria, debe doler.

Y los referidos por él, feministas, padres de niñas y niños con cáncer, los LeBarón, las víctimas de las hilarantes masacres, de los reprimidos por la soberbia de Palacio Nacional, sumados, cuentan. Más otra carta pública, la de su exasesor Dante Delgado contra la intentona de consulta popular para enjuiciar a expresidentes, un engaño, dice.

La nube se carga. El regreso de Ricardo Anaya a la vida pública, justo cuando México Libre enfrenta el embate del miedo que al INE propicia la diatriba presidencial, garantiza mayor densidad en las corrientes anti-AMLO.

Esa suma crítica no le quita volumen ni fuerza a las huestes pro-AMLO, pero perfila escenarios donde, según la circunstancia en momentos precisos, inclinarán la balanza hacia cualquiera de los extremos. La moneda que hace un año aparentaba ser Morena por ambas caras, está transformándose. Mañana, lo que hoy todavía algunos dan por seguro, puede dejar de serlo.