Daniel Alonso

Derbi a lo turco

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
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El sábado el Estadio Azteca albergará una edición más del llamado por muchos “Clásico Capitalino”, entre las Águilas del América, sublíderes del torneo, y los Pumas de la UNAM, quienes marchan en sexto lugar de la general; pero a tan sólo tres unidades de los de Coapa y a un punto del superlíder San Luis. Los números por si solos ayudan para creer que el partido estará a la altura de la expectativa y la historia en el que muchos consideran, el partido más pasional de la liga.

Clubes antagónicos desde aquellas dos finales de la liga mexicana en los años ochenta, en las que el América salió airoso sin la etiqueta de favorito; pero llegó el torneo 90-91, y la tercera fue la vencida para los auriazules y así poder cobrar revancha finalmente con aquel gol del Tuca a Adrián Chávez. Desde entonces, la rivalidad fue acentuándose, principalmente por la naturaleza de cada equipo que era opuesta una a la otra. El América, el club más poderoso por todo el aparato que lo rodea. Pumas, un club que apuesta por su cantera y por la pasión de sus futbolistas por los colores universitarios.

Hoy, además de la eficiencia, las formas y estilo son lo que también se les está observando a los dos entrenadores que apenas escriben su historia con dos de los equipos históricos de nuestro futbol.

André Jardine logró revertir el inicio titubeante del equipo y la mala imagen que dejó en la Leagues Cup. Primero fue la victoria sin despeinarse a Cruz Azul; después, el apabullante y humillante 4-0 a su acérrimo rival, el Guadalajara. Ambas victorias le brindaron el indulto de la afición que se mostraba impaciente e incrédula con el trabajo del entrenador brasileño. Ahora ante Pumas, Jardine buscará el pleno de triunfos ante los rivales que la afición tiene prohibido perder y en caso de que San Luis tropiece, treparse a la cima del torneo.

Curiosamente, Antonio Mohamed atravesó una situación similar al de su colega que enfrentará el próximo sábado. La no calificación del torneo anterior sembró incertidumbre, ya que si bien es cierto que el argentino sólo dirigió la recta final, el aficionado de Pumas no sufre de amnesia. Aunado a ello, el inicio de los universitarios no fue el mejor; empate a cero goles en C.U. ante Mazatlán, empate también ante Toluca y la goleada recibida 4-1 ante Juárez, fueron resultados que ya calentaban a los aficionados.

La prensa deportiva también hacía eco de los malos resultados y los abucheos en Ciudad Universitaria ya eran constantes y la fe en Mohamed, un entrenador probado y con las credenciales suficientes para llegar al banquillo puma, se agotaba poco a poco. Entonces, una melena que hace recordar a las grandes leyendas del club comenzó a ser la llave del Turco. Se desató la “Chinomanía” en los alrededores de Ciudad Universitaria y el club ligó victorias importantísimas ante los potosinos y de visita en Puebla.

Muchos dudaban de que el estilo conservador de Mohamed fuera a encajar en el Pedregal; pero el Turco se ha adaptado a la filosofía del club y ha entregado una versión que juega al tú por tú, que no deja de correr, características que el aficionado siempre espera. Clásico o no, el duelo entre América y Pumas no suele quedar a deber, ya sea por polémica o por duelos intensos, en la cancha y en la tribuna, y el de este sábado será la consagración para Tony o para André.