Daniel Alonso

Los héroes desconocidos

ARQUETIPO FUTBOL 

Daniel Alonso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
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Muchos pueden opinar que este es el título más feo de la dinastía, un caso totalmente atípico. Que surgió desde el caos y de la incertidumbre; estos Tigres prácticamente eran un equipo huérfano de proyecto. Y es verdad, la inesperada salida de Diego Cocca a la Selección Mexicana cuando el torneo ya había comenzado, significó un golpe durísimo a la directiva de Tigres. Se intentó frenar la hemorragia con el nombramiento del Chima Ruiz, gente de casa.

Llegó Robert Dante Siboldi y el equipo mostró cierta mejoría, pero seguía sin brillar ni generar miedo. Al final de la temporada, el cuadro felino cosechó 24 puntos, el promedio mínimo para meterse al repechaje y ahí comenzó la travesía del sufrimiento ante el Puebla, que en los minutos finales falló un penal que hubiera mandado el encuentro a unos potenciales penales para definir al ganador.

Luego vino la serie ante Toluca, rival que también los tuvo en la lona y que un solitario gol evitó la hazaña choricera que ya había logrado empatar el marcador global y por posición en la tabla, dejar fuera al equipo del norte del país. El rival para las semifinales era el equipo de Monterrey, el claro favorito para alzar el título, por sus números, por la plantilla y por su entrenador, Vucetich, que amenazaba con una nueva estrella. Nada de lo anterior sirvió, porque nuevamente con un gol agónico, los Tigres eliminaron a su acérrimo rival y de paso, facilitaron el despido del Rey Midas señalado por un planteamiento muy conservador.

Llegó la final, y los estelares de siempre no aparecían, principalmente llamó la atención el bajo nivel del máximo referente e ídolo tigre, André-Pierre Gignac, que, en muchas otras ocasiones, era el jugador emblema, líder y guiaba la conquista de los títulos. En esta ocasión, fue muy distinto, es más, se puede decir que Tigres logró coronarse a pesar de Gignac; el francés estuvo errático como nunca, pero definió con categoría el penal que revivió a Tigres.

Las Chivas, probablemente vieron las fallas de Gignac y pensaron que estaba definido. Ése fue el error que cometió el Guadalajara; olvidaron que estaban enfrentando a una de las dos mejores plantillas del futbol mexicano, que sólo necesitaban una bocanada de oxígeno para meterse al partido y una vez ahí, sería casi imposible de vencerlos, porque hombre por hombre, los de Nuevo León, eran mejor equipo. Esta vez no fue Gignac, no fueron las atajadas de Nahuel, ni los desbordes de Aquino; aparecieron Córdova, Quiñones y Guido, héroes desconocidos.

¿Qué pensarán los que creían que este equipo estaba viejo? Principalmente Miguel Herrera que usó ese pretexto en su despedida de Tigres. Sería muy ventajoso decir que esta vez si fue “el último baile” de esta generación dorada de los Tigres. Yo no me atrevería a descartarlos nuevamente, porque todos sus rivales en la Liguilla lo hicieron, y contra todo pronóstico, lograron superar las adversidades. Es verdad que no fue la temporada soñada, ni el equipo invencible ni arrollador. Fue un título feo o extraño, pero estoy seguro de que para los jugadores y toda la afición, es uno de los títulos que más gozaron. Felicidades a todos aquellos que forman parte de los Tigres, hoy pueden rugir a los cuatro vientos que la dinastía aún no termina.