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JUSTA MEDIANÍA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hasta antes de la aparición de la pandemia, la frontera entre nuestro país y Estados Unidos era la más transitada del mundo. El Covid 19 provocó su cierre, mismo que duró aproximadamente 20 meses, derivado de la decisión tomada en el ocaso del gobierno del presidente Donald Trump, el 21 de marzo del 2020.

La restricción de cruces terrestres excluía aquellos relacionados con las actividades económicas esenciales, por razones médicas o de educación. La restricción no aplicó a los viajes aéreos, por ferrocarril de carga o aquellos emprendidos por mar.

Los esfuerzos realizados por distintos actores, principalmente el avance en la vacunación de las comunidades fronterizas mexicanas encabezado por la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, traen consigo la reapertura de la frontera a partir del próximo 8 de noviembre, siendo indispensable demostrar el haber sido vacunado para conseguir el ingreso.

La relación y dinámica que se vive en la frontera son profundas e intensas. Las interacciones sociales, comerciales y económicas definen la vida de las familias fronterizas. Cerca de 3 mil kilómetros unen a los dos países, 48 condados en los Estados Unidos colindan con 94 municipios en nuestro país. Los estados colindantes del lado mexicano son Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas; del lado estadounidense Texas, Nuevo México, Arizona y California.

Las afectaciones directas del cierre de la frontera se concentran en la economía local estadounidense, que dejó de recibir el ingreso de las personas que solían cruzar la frontera de manera regular. En contraparte, la no restricción para que ciudadanos estadounidenses ingresaran a nuestro país durante el periodo en cuestión, no sólo permitió que la economía de los municipios fronterizos no vieran disminuidos sus ingresos, sino que además se vio beneficiada por el consumo local que los mexicanos solían realizar en el país vecino. Es decir, los que solían ir a Estados Unidos para surtirse de mercancías se vieron obligados a consumir en los negocios locales; los giros mayormente beneficiados fueron la ropa, el calzado, la tecnología y los combustibles.

La relación entre ambos países resulta fundamental y estratégica. Nuestro país se ha consolidado como el primer socio comercial de Estados Unidos; durante los primeros meses de este año, nuestras exportaciones al vecino del norte alcanzaron los 218 mil millones de dólares, por arriba de las provenientes de Canadá y China. Con esta reapertura, México inicia un nuevo capítulo en un contexto enormemente complicado, marcado por la migración de miles de centroamericanos que buscan alcanzar los Estados Unidos atravesando nuestro territorio. Se prevé que las entidades federativas mexicanas mayormente beneficiadas con esta determinación, por el incremento en el consumo proyectado y el número de cruces, serán Tamaulipas y Baja California; sin embargo, a todas luces, el mayor beneficio lo recibirán las unidades económicas de Mc Allen, El Paso y Laredo, por el gran numero de mexicanos que por vía terrestre cruzarán la frontera para reiniciar su consumo.