Guillermo Hurtado

¿Debemos conformarnos con lo menos malo?

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
Guillermo Hurtado
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Hay dos actitudes contrapuestas ante la vida. La primera busca aferrarse a lo menos malo. La segunda busca alcanzar lo más bueno. Los defensores de la primera doctrina piensan que las cosas siempre pueden ir para peor y que, por lo mismo, cuando hemos encontrado la situación menos perjudicial, debemos asirnos a ella como quien se agarra de un tronco para no caer en el abismo. Los defensores de la segunda doctrina piensan que las cosas pueden ir para mejor y que, por lo mismo, no debemos conformarnos con lo que tenemos y hemos de buscar cómo mejorar nuestra condición, como quien sube escalón por escalón los pisos de un gigantesco rascacielos.

Los primeros son prudentes, aunque quizá se pasen de prudentes y caigan en el conformismo. Los segundos son ambiciosos, aunque quizá se pasen de ambiciosos y caigan en la temeridad. El riesgo de los primeros es el conformismo. El riesgo de los segundos es la negligencia.

Estos dos talantes existenciales también se manifiestan en la vida colectiva. Los defensores de la doctrina de lo menos malo son conservadores. Los defensores de la doctrina de lo más bueno son progresistas. Podría pensarse que los viejos tienden al conservadurismo y que los jóvenes lo hacen al progresismo, pero la regla rara vez se cumple. He conocido jóvenes muy conservadores y viejos muy progresistas. Quizá todo dependa de las experiencias que cada quien haya tenido en su vida.

Preguntemos ahora: ¿la democracia es el menos malo de los sistemas políticos o es el más bueno de ellos?

En el flanco de los opositores al régimen actual he escuchado con frecuencia aquello que dijo el primer ministro inglés Winston Churchill de que la democracia era el menos malo de los sistemas de gobierno. Lo que en verdad nos dicen ellos, sin que lo hagan de manera explícita, es que el viejo régimen tripartidista del PRI, el PAN y el PRD no era perfecto, es más, era directamente malo, pero que, con todo, es preferible al régimen lopezobradorista, que es peor.

Yo no niego la premisa de que el régimen lopezobradorista sea malo. Tampoco niego la premisa de que el régimen anterior, el de la partidocracia tripartidista, también era malo. Lo que niego como conclusión de este razonamiento falaz es que debamos conformarnos con lo menos malo, cuando, pienso yo, podríamos aspirar a lo más bueno.

Algunos dirán que soy un idealista —un peligroso idealista, si así lo prefieren—, pero yo jamás quedaré conforme con lo menos malo de la vida. Yo aspiro a lo mejor, porque creo que para los seres humanos lo mejor nunca es imposible de alcanzar. El argumento de que debemos conformarnos con lo malo-conocido para no sorprendernos con lo malo-por-conocer es un argumento de hombres y mujeres de poca estatura. México puede estar mejor. No compremos la nefasta ideología de la mediocridad social.