COP21: Última llamada para salvar el futuro

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El margen de acción para lograr intervenir y contener el avance del cambio climático se cierra sobre nosotros y, si perdemos esta oportunidad, puede que no volvamos a ver una en nuestra vida. Desde agosto de este año, cuando se publicaron los resultados del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), se preparó el escenario para la vigésimo sexta Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, conocida como COP21, y que ha comenzado sus trabajos en Glasgow, Escocia.

Los resultados del IPCC no son alentadores, pues nos informaron que el límite de temperatura por arriba de los niveles preindustriales, a partir del cual comenzaríamos a tener efectos irreversibles para el clima global, que se trata de un incremento de más de 1.5 grados centígrados, llegará de manera incontrovertible entre 2030 y 2052. Sin importar lo que se haga hoy, las siguientes décadas ya se encuentran comprometidas y condenadas a que fenómenos climáticos extremos comiencen a hacerse más y más frecuentes, amenazando la vida de millones de personas alrededor del mundo. La oportunidad para que estos resultados no nos alcanzaran ya se ha ido, pues hoy el planeta ya se ha calentado 1.2 grados por arriba de los niveles antes de la revolución industrial.

En estos resultados existe una responsabilidad colectiva, pues no hemos hecho lo suficiente y no nos hemos tomado en serio esta amenaza a nuestra propia existencia. Pero también existen responsabilidades bien identificadas, pues los compromisos que se establecieron en el pasado, como los que se definieron en los Acuerdos de París, no fueron cumplidos por una buena parte de los países responsables. Por ejemplo, de los países del G-20, que son responsables del 80% del total de emisiones, únicamente 6 lograron cumplir sus objetivos e incluso fueron más allá, mientras que el resto, a pesar de sus declaraciones, no lograron hacer lo suficiente. En la lista negra se encuentran Australia, Brasil, Canadá, Corea del Sur, Estados Unidos y México, que ni siquiera lograron acercarse a cumplir sus objetivos iniciales de reducción de emisiones.

La tragedia es que, dado que se perdió la oportunidad previa para realmente hacer algo al respecto, si hoy todos los países del mundo cumplieran esos objetivos del pasado, de todas formas estaríamos en camino hacia el desastre, pues se estima que con esas medidas en 2030 tendríamos un incremento de temperatura de 2.7 grados centígrados. Por lo tanto, las medidas que deben implementarse y cumplirse de manera global para poder imaginar siquiera mantenerse en el ya desastroso nivel de 1.5 grados en los siguientes años deben ser mucho más agresivas que cualquiera que se haya pensado en el pasado. Precisamente por eso es que hoy los ojos y las esperanzas del mundo se encuentran en los trabajos de la COP21. Sin compromisos reales y esfuerzos verdaderos por limitar de manera drástica nuestras emisiones, ya no sólo nos estaremos condenando a nosotros mismos, sino que habremos sentenciado a las generaciones futuras a heredar un planeta en camino al cataclismo ecológico. El futuro nos ha alcanzado, ¿estaremos a la altura del desafío?