El renacimiento liberal gracias a Putin

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Entre los múltiples errores de cálculo que Putin ha cometido, probablemente el que tendrá las peores consecuencias para él y para Rusia no será el haber subestimado a los ucranianos, sino haber subestimado al bloque comúnmente conocido como “Occidente”. La respuesta conjunta que se ha materializado en las sanciones económicas más devastadoras que se han visto en la historia, junto con una revitalización de las instituciones e ideas liberales que se creían en retirada, abren un escenario totalmente diferente del que Putin creyó que tendría que enfrentar. El orden mundial está a punto de reconfigurarse.

Claramente había señales que podían indicar que las democracias occidentales no estaban pasando por su mejor momento y que, por lo tanto, la posibilidad de una reacción conjunta podría ser muy baja. Los múltiples estragos que las ideologías populistas y nacionalistas han provocado en diferentes países habían llegado al extremo de fracturas tan grandes como la que se vio en la toma del Capitolio en los últimos días de Trump en el poder. Estas divisiones tienen dinámicas y explicaciones muy particulares dependiendo del país que se trate, pues no es lo mismo cómo la ideología y un partido abiertamente nazi como Amanecer Dorado alcanzaron posiciones de poder en Grecia, al movimiento xenófobo de Marine Le Pen que llegó a disputar la presidencia de Francia o el populismo nacionalista de Orbán destruyendo la democracia en Hungría.

De cualquier manera, vistas desde fuera (y considerando que Putin participó activamente en muchos de estos conflictos, al punto que hackearon a los Demócratas en Estados Unidos y abiertamente trataron de intervenir en las elecciones), estas fracturas podrían haber hecho creer que en ninguna de estas naciones podrían darse fácilmente las condiciones para coordinarse ante una amenaza. Más si se considera que, en el plano de las instituciones multilaterales, esto también era palpable. Parece distante, pero fue apenas en 2019 cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, declaró que la OTAN se encontraba con “muerte cerebral”.

Sin embargo, las acciones de Putin, que hoy ya son las de un criminal de guerra debido a que su ejército está ordenando el asesinato de civiles inocentes en Ucrania, han logrado despertar de su letargo a esas naciones democráticas y les han dado un nuevo propósito para rearticularse. La gira de Biden por Europa, que el viernes le permitió dar un mensaje desde Varsovia, a menos de 200 kilómetros de la frontera con Ucrania, ha permitido una revitalización de ese liberalismo que se creía en declive. Hoy, esas democracias están dispuestas a, como lo hicieron en otras épocas, dar la batalla. Las sanciones económicas son un ejemplo de ello: Biden se ha propuesto quebrar al régimen de Rusia, pues declaró que espera poder hacer pasar su economía de la posición 11 hasta mucho más allá del Top 20.

En su discurso Biden también señaló que la nueva batalla del presente es la de la libertad y la democracia contra el autoritarismo y la autocracia. Hablando sobre el conflicto con Ucrania, dijo: “Todas las democracias tienen una responsabilidad para ayudar. Todas y cada una de ellas”. Este mensaje no es trivial. El multilateralismo asertivo, ese que activamente participa para garantizar la seguridad y defender sus ideales, está de vuelta. Putin no esperaba provocar esto.