Leonardo Núñez González

El retorno de la lucha sindical

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Leonardo Núñez González
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El poder nunca cede nada de manera voluntaria fue una frase del antropólogo David Graeber durante el movimiento Occupy Wall Street en 2011, cuya principal acción era bloquear los grandes centros financieros como manifestación contra la desigualdad extrema, así como la concentración de riqueza y privilegios en 1% más adinerado.

Las manifestaciones en Nueva York y en el mundo alrededor de estas proclamas, donde “Somos el 99%” fue una de las más exitosas, fueron perseguidas y desmanteladas, pero el señalamiento sobre las exorbitantes desigualdades y la necesidad de luchar activamente contra ellas dejó un gran calado.

Que en las sociedades contemporáneas los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres no es ningún descubrimiento novedoso, pero gracias a estos movimientos comenzaron a propagarse diagnósticos con evidencias de cómo las desigualdades históricas se habían acelerado hasta puntos insostenibles. En unas cuantas décadas las grandes fortunas lograron disminuir los impuestos que debían pagar, pasando de niveles superiores a 50% en los años 80, a menos de 30% en la actualidad. Al mismo tiempo, se aceleró la captura de riqueza por parte de los más adinerados.

Durante la crisis de 2008 fue evidente cómo los grandes banqueros y ejecutivos —responsables en primera instancia de la propia crisis— no sólo fueron rescatados, sino que se dieron a sí mismos enormes bonos que les permitieron salir aún más ricos, mientras millones caían en la miseria. Entre 2012 y 2021, 1% de las personas más ricas del mundo capturó 50% de toda la riqueza que se generó.

Pero la pandemia del coronavirus vino a acelerar aún más este problema. De acuerdo con el último reporte de la organización Oxfam, después de 2020 el 1% más rico capturó 63% de todo lo que se produjo en la economía global. Una imagen para retratarlo es que por cada dólar de ganancia que alguna persona común tuvo durante la pandemia, un billonario ganó 1.7 millones de dólares.

Mientras que millones de personas perdieron sus empleos e incluso sus vidas, los directores ejecutivos, los billonarios y sus compañías vieron incrementar sus ingresos de manera exorbitante. Cada día las fortunas de los billonarios crecen 2 mil 700 millones de dólares, mientras el poder adquisitivo de los trabajadores comunes sigue disminuyendo. Esto ha llevado a que, al menos en Estados Unidos, se haya creado un caldo de cultivo ideal para el resurgimiento de las demandas del 99%.

El caso más llamativo ha sido la huelga de guionistas y actores de Hollywood, que desde hace casi 5 meses ha logrado movilizar a sus 160 mil agremiados para exigir mejores condiciones laborales y salariales. Ahora, el sindicato automotriz (UAW) ha comenzado una serie de paros en las tres principales compañías estadounidenses, GM, Ford y Chrysler, con la amenaza de paralizar todo el sector con una huelga de sus 150 mil sindicalizados. En Estados Unidos sólo 10.3% de los empleados forma parte de algún sindicato, la mitad que en los años 80. Esto hace que las luchas de los trabajadores sean aún más difíciles, pues primero necesitan una buena organización, pero la discusión sobre las grandes desigualdades regresa a

escena. Incluso mañana veremos a Joe Biden al frente de una protesta de la UAW en Michigan. La pelea de los trabajadores por sus derechos está de vuelta.