Correo de Hiroshima

FRONTERA DE PALABRAS

Mauricio Leyva
Mauricio Leyva*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Correo de Hiroshima es una obra fascinante escrita por el maestro chiapaneco Víctor Manuel Camposeco. Es una trama que congrega vidas, reúne historias, construye y reconstruye la existencia de personajes durante la Segunda Guerra Mundial, quienes se cruzaron el mismo día, a la misma hora, incluso en los mismos segundos de un acontecimiento definitivo y contundente para el rumbo de sus destinos y de la humanidad entera: el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki.

Ambientada en la Tapachula de mediados del siglo pasado, cuya presencia del imponente Tacaná es inevitable, la familia Toyomoto se abre paso en nuestra imaginación a través de la voz narrativa de Manolo, sobrino de Jesús y de Rosita quienes a medida que va creciendo la trama cobran una importancia capital. Él nos sitúa en el contexto histórico de una Tapachula enigmática y sus personajes entrañables. Hace una recreación mágica del transitar de la vida en las calles empedradas con piedras extraídas del río Coatán, viejas canciones de Guatemala, la cantina La Parroquia, la heladería Copa de Oro y las bancas del parque en el centro así como la llegada de los periódicos y la emoción de ir al aeropuerto con su tío a recibir las noticias que llegaban a través del avión.

En su retrato de aquella época se devela el Soconusco a donde el señor Hara Toyomoto llegó de Japón con unos compatriotas suyos a trabajar en “tierras silvestres” que convirtieron en fincas de café, nos cuenta Manolo. El señor Toyomoto se enamoró de doña Oliva con quien se casó y tuvo a dos hijos: Teiko y Angelina. Esta narrativa que de inicio pareciera ser costumbrista, da el primero de muchos giros cuando llegamos al segundo capítulo Los hilos de la realidad. Leo Szilard aparece en el mes de septiembre de 1933 como científico judío, inmigrante recién llegado de Berlín a Londres, trae en su mente la resolución que el mundo científico busca para obtener energía atómica. Con Szilard en la trama, empieza una sucesión de hechos, vueltas de tuerca, asombros que se persiguen uno detrás del otro como los recursos literarios de los que echa mano Camposeco ya que la novela cuenta en su estructura fundamental con cartas, alguna de ellas históricas, pero esencialmente literarias como lo es el caso de doña Oliva.

Correo de Hiroshima es igualmente una mezcla de periodismo y crónica que dotan de potencia una narrativa sólida. El uso de los paralelismos históricos y la forma en la cual la novela avanza a medida que doña Oliva escribe a su hija Angelina, quien se ha mudado a Japón a estudiar medicina para después situarse con su esposo Yoshi en Hiroshima, van tejiendo una tensión inexplicable que da cuenta de la desgracia de los Toyomoto.

En la trama el maestro Camposeco, piloto graduado en la Escuela de la Fuerza Área, hace uso de su conocimiento de los aviones y nos involucra en las acciones que llevó a cabo Paul Tibbets quien colocó el nombre de su madre Enola Gay al B- 29 y arrojó la bomba atómica en Hiroshima, a la par de que nos hace participes secretos de la operación Manhattan.

Correo de Hiroshima es un deleite no sólo para los lectores sino para los escritores porque la licencia literaria se ejerce con ética, sin excesos, de la misma manera en que se percibe el equilibro entre el uso de la información científica e histórica para lograr una novela excepcional promovida por Humberto Musacchio en Kiosko Colección, Colección Letra y Luna Media Comunicación a la que refieren como la “versión definitiva” .