Mónica Argamasilla

Best seller o gran literatura

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
 *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Un clásico es una obra cuyo valor es atemporal, es decir, sin importar los años transcurridos desde su creación, no ha perdido vigencia. En la literatura suelen considerarse clásicos aquellas obras que aún con el paso del tiempo siguen aportando algo.

Los temas que tratan siguen teniendo relevancia en la actualidad. Amor, odio, celos, guerras y rivalidades son algunos de los motores que dan vida a las grandes obras. Los seres humanos seguimos siendo los mismos, lo que cambia es la visión que se tiene de los mismos valores y antivalores según la época y el entorno, pero al final es la misma esencia que nos define como seres humanos.

Un clásico suele considerarse un ejemplo o un modelo a seguir, aquello que los demás buscan imitar. Una obra digna de admiración y, es por eso que la literatura clásica se piensa como compleja o de difícil acceso, incluso suele considerarse elitista o de lectura complicada, digna de intelectuales, lo cual no siempre es así. A veces sólo se requiere entender el contexto histórico para poder apreciar la obra desde los ojos del autor y aquello que lo rodeaba. Y en ocasiones, solamente se necesita voluntad, perder el miedo y adentrarse en las plumas de los grandes genios, porque al final, la magia de la literatura es que el significado nunca es definitivo, cada uno suele darle su propia interpretación. Sólo así cobra vida. Hay personajes que incluso se han vuelto arquetipos, incluso los nombramos sin saber exactamente de dónde proceden.

Por otro lado, un best seller es un libro que tiene un buen récord de ventas; es decir, una cantidad considerable de libros vendidos. Éstos suelen abarcar temas populares, desde políticos hasta ficción. Muchas de estas obras se vuelven de lectura obligada en cierto momento. Suelen tener el efecto de la recomendación de boca en boca o de la misma mercadotecnia. Incluso se convierten en moda.

Pero la gran pregunta es si esto los convierte en buena o mala literatura, y aquí es donde aparece el factor calidad. No todas las obras que venden tienen la calidad necesaria para perdurar en el tiempo y convertirse en clásicos. Pocas lo lograrán, pero eso no demerita su contenido. Quizá una obra que ahora sea una lectura que nos agrada, en unos años perderá su valor o actualidad, pero esto se debe a una variedad de factores, desde su tema o el sustento de los personajes, no a la calidad literaria en sí.

Entonces, el factor que convertirá una obra popular en clásico tiene que ver con el factor atemporal de sus temas o la forma en que se sustentan. Que las generaciones por venir sigan apreciando la grandeza de una pluma, que la moda no sea la que dicta lo que leemos, sino la calidad.

Leer es un acto de placer. Yo suelo alternar los géneros y la calidad de obras que leo. Me gusta leer un clásico que me lleve a valorar los modelos esenciales, me gusta valorar las plumas que aportaron algo nuevo a la literatura, pero de igual forma me gusta leer autores contemporáneos que hablen de temas actuales, algunos con mayor o menor profundidad. También me gusta leer novelas con la única finalidad de pasar un buen rato, sin un reto de por medio. Hay libros para todos y cada uno tiene un valor particular según su lector.

Creo firmemente que el objetivo de cualquier autor es llegar a los lectores y, por lo mismo, la variedad en gustos es amplia, hay cabida para todos. En gustos se rompen géneros y cada lectura es una experiencia única. Es por eso que el único crítico de una obra literaria es aquel que la lee y la hace suya. Lo importante es leer y de todo. Los juicios entre gran literatura y lo comercial deben basarse en la necesidad: qué se quiere leer y qué tan profunda se anhela que sea la lectura. Lector es el que lee, y no se mide en calidad ni tampoco en cantidad. Leamos de todo, ampliemos nuestros horizontes y variemos nuestras lecturas y demos oportunidad a obras que quizá nos pueden sorprender de manera positiva, pero sobre todo, quitemos los prejuicios que nos dictan que es lo que debemos leer.