Mónica Argamasilla

La ficción y las sagas familiares

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Adentrarse en las páginas de una novela es ingresar en el mundo íntimo de los personajes. A través de sus acciones y pensamientos no sólo vamos conociendo al personaje, sino al espacio y entorno que lo rodea. Cuando una novela abarca la historia de varias generaciones, podemos conocer no solamente a aquellos que interactúan en la trama, si no que conocemos la evolución en la cultura, costumbres y pensamientos de una sociedad.

Las novelas que abarcan distintas generaciones en su trama son la excusa perfecta para que el lector no sólo conozca detalles íntimos familiares, sino que, además, sea testigo de la evolución en los distintos roles que se juegan. La evolución histórica, política y social, el papel de la mujer, las aportaciones culturales que los nuevos miembros van sumando a la genealogía familiar, incluso el vocabulario y la forma de expresarse cambian.

La saga familiar más famosa es quizá Cien años de soledad, de García Márquez, donde no sólo vamos conociendo a la familia Buendía en sus distintas generaciones, también es un vistazo a la historia de más de un siglo de Macondo (el cual no es más que una alegoría de cualquier pueblo latinoamericano). El libro no solamente es una crítica social escondida tras la belleza del realismo mágico, también es una radiografía de todos aquellos lazos que unen y desunen a las familias, así como los cambios generacionales que traen nuevos pensamientos o la repetición de viejos hábitos heredados. Una novela que todos deberíamos de leer.

Mi saga favorita es El corazón helado, de Almudena Grandes. Una ambiciosa historia que abarca la relación entre dos familias desde la guerra civil española, el exilio, la dictadura y el regreso a la democracia. En esta novela, la venganza y los rencores que separaron a España en dos ideologías son el hilo de la acción. Una historia magistral que abarca los sentimientos de ganadores y perdedores, así como las consecuencias que la guerra ha dejado tatuada en la piel de todos aquellos que tienen una historia que contar.

Pachinko, de Min Jin Lee, es una novela que cuenta la historia de varias generaciones que debieron abandonar Corea a principios del siglo XX cuando era una colonia japonesa. Las duras condiciones obligan a la familia a emigrar a Japón donde la vida del extranjero es bastante complicada. El trabajo y la dignidad son el elemento que acompañan a cada una de las generaciones en este viaje que culmina en la época actual.

La trilogía del País de la nube blanca es una serie de novelas de la australiana Sarah Lark. En cada una de las tres entregas conocemos la evolución de Nueva Zelanda a través de las distintas generaciones de dos familias que un día decidieron emigrar desde Inglaterra. Un libro que nos muestra la perspectiva de dos mujeres de distinta condición social cuyas vidas se ven ligadas desde que se conocen en el barco en el que llegan a Nueva Zelanda.

Las herederas de la Singer, de la española Ana Lena Rivera, es una gran novela que abarca la vida de cuatro generaciones de mujeres en España. Cada una de ellas es el reflejo de su tiempo: de la guerra, la dictadura, la transición y la democracia en aquel país. El papel de la mujer y su evolución son el hilo conductor que nos lleva de la mano en una historia que se narra en un desorden temporal, lo que va agudizando el suspenso. Cada uno de los personajes (principales y secundarios) cuenta con una historia propia con la que todo lector se puede identificar a lo largo de la historia.

En cada una de las sagas familiares que he mencionado, el lector es capaz de hacer un viaje por el tiempo. Congeniar y empatizar con personajes cuyas circunstancias históricas, culturales y políticas los han marcado, termina siendo un viaje del que todo lector regresa enriquecido.