Mónica Argamasilla

Del libro a la pantalla (I)

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Leer es un acto que nos invita a soñar, a imaginar. Solemos recrear cada espacio en nuestra mente. Cada personaje cobra vida en nuestra imaginación. Pero, ¿qué sucede cuando alguien más soñó por nosotros y nos da su propia versión de lo leído?, ¿cuántas veces vemos una serie o una película de alguna historia que nos atrapó, sólo para decepcionarnos, porque nada es como lo habíamos imaginado?

Las adaptaciones del papel a la pantalla suelen quedarnos a deber puesto que es imposible poder transmitir todo lo que el autor plasmó en un libro, hay detalles que quedan de lado, o quizá la visión del director choca con la nuestra. Sin embargo, hay historias que al verlas en pantalla suelen sorprendernos gratamente; se acercan bastante a lo que el lector había visualizado.

La serie de Patria, del español Fernando Aramburu, es un buen ejemplo de una producción que ha cuidado los detalles esenciales. Los personajes y los espacios se acercan bastante a los que el autor plasmó. Claro que hay escenas que no se incluyeron en la producción ya que abarcaría demasiado, pero los cambios de tiempo y, en especial los diálogos, se acercan bastante a la lectura. El libro comienza el día que la ETA firma la paz; ese día, dos familias vascas que habían sido entrañables, viven la noticia de forma distinta. Una ha sufrido un atentado que le costó la vida al patriarca, la otra padece la condena por asesinato del hijo por haber sido militante de la organización. Al final, la gran lección es que nadie gana, en los dos casos hay una pena que lamentar. La historia juega con los tiempos, desde antes de que la ideología separatista los confrontara, hasta el presente donde cada uno lucha por salir adelante. La historia nos va acercando a los nueve miembros de ambas familias, lo que ha tenido que padecer cada uno desde su propio lugar. El libro refleja la tristeza de un país dividido por una ideología política. Cada uno retrata una postura distinta y las consecuencias que ésta ha traído a sus vidas. Una novela humana que muestra cómo las diferencias pueden más que una amistad.

Pachinko: Min Jin Lee, también es una serie que se acerca mucho a lo que el libro plasma: la saga de una familia coreana que ha tenido que emigrar a Japón en la época que Corea era una colonia y en aquel país no eran bienvenidos. El tema del exilio, sentirse lejos de su patria aunado a la discriminación, son el hilo conductor de la historia. Cada una de las cuatro generaciones va siendo víctima de su tiempo y las dificultades sociales para poder brindar una vida mejor a los suyos. Aun cuando la historia original se narra en un tiempo lineal, la producción juega con los tiempos, alternando la modernidad nipona actual con los valores y tradiciones que la familia coreana quiere preservar en esta nueva sociedad. La historia gira alrededor de la figura de Sunya, matriarca de la familia, cuyos valores mantienen unida a la familia; la lealtad, el orgullo por sus raíces, la perseverancia, el trabajo y el amor por su familia hacen que el lector sienta una gran empatía por cada uno de los personajes.

La adaptación de La chica salvaje, de Delia Owens, acaba de estrenarse en el cine. Cuando Kya es acusada de asesinato, todo el pueblo parece creer en la culpabilidad de la chica salvaje, quien vive sola en la marisma de Barkley Cove. Los prejuicios de mediados del siglo XX afloran en un relato que habla de la soledad y los lazos que se llegan a establecer cuando no se tiene nada más. Una historia de una superviviente que conjunta un maravilloso lenguaje y un estudio casi poético de la naturaleza. Una de las características que se mantiene en su versión cinematográfica.

Éstas son tan sólo algunas invitaciones a gozar de buenas adaptaciones literarias a la pantalla; sin embargo, para gozarlas en toda su plenitud la lectura deberá siempre anteceder a la experiencia en pantalla.