Montserrat Salomón

Biden ante Putin

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
Montserrat Salomón
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La llegada a la Casa Blanca de Biden ha generado expectativas en cuanto al papel de Estados Unidos en la geopolítica mundial. Trump no sólo rompió lazos con los tradicionales aliados estadounidenses, sino que mantuvo con Rusia una relación complicada en la que, por un lado, imponía sanciones económicas a empresas que cooperaban con Rusia y, por el otro, se negaba a plantarle cara al presidente Putin en sus claros intentos de influir en la política interna estadounidense.

En estos días se ha anunciado el inicio de la fase final de la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que busca fortalecer la entrega de gas natural ruso a Alemania. Este proyecto ha sido controvertido y es visto con sospecha por la Unión Europea ya que lo considera más que un negocio particular con miras económicas, una estratagema de Putin para fortalecer su influencia sobre Alemania y Europa.

El papel de EU en esa controversia es central. En estos momentos, la relación entre Washington y Moscú vive sus peores momentos en los últimos años. Biden ha llamado asesino a Putin y se ha mostrado dispuesto a regresar a las políticas de mano dura para desmarcarse de la ambigüedad de Trump. Sin embargo, a pesar de esta imprudencia, lo que se espera de la administración Biden es tener un mayor tacto diplomático y conciencia de la influencia que debe tener como mediador en las difíciles relaciones entre Europa y Rusia.

Rusia ha sido señalada anteriormente por usar el gas como un chantaje político hacia Europa. La gran importancia económica que implica para Rusia la exportación del gas y la necesidad energética de varios países hace que se convierta en un elemento central en la geopolítica. De hecho, el que gran parte del gas ruso que llega a Europa pasara por Ucrania fue la clave para la guerra que culminó con la anexión de Crimea. El Nord Stream 2 debilitaría aún más a Ucrania al cortar buena parte de sus ingresos por controlar los gasoductos rusos que aún quedan en su territorio.

Ante esto, Estados Unidos impuso sanciones a las empresas participantes en la construcción del proyecto, pero las incongruencias de Trump al no señalar con fuerza a Putin ante las injerencias en las elecciones o por los envenenamientos y encarcelamientos a líderes de la oposición hicieron que no hubiera propiamente una oposición al proyecto, sino sólo un retraso. Ahora es turno de Biden de definir la postura estadounidense.

El gasoducto refuerza la apuesta por energía fósil y choca con la intención europea de llegar a cero emisiones. Biden enarbola la bandera verde y pretende imponer su influencia en el mapa global. Sin embargo, será difícil demostrar que el Nord Stream 2 no es sólo un negocio particular, sino una pieza en la estrategia de dominación rusa.