Montserrat Salomón

El sueño de Petro

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Colombia abre un nuevo capítulo en su historia con la toma de posesión del presidente de izquierda Gustavo Petro. Con este acto se cierra el dominio absoluto de los partidos de derecha en el país más conservador de América Latina, confirmando el giro de la región hacia una nueva izquierda, aupada en la pluralidad, el feminismo y la preocupación por el medio ambiente.

Petro mismo y su vicepresidenta, Francia Márquez, una afrocolombiana emanada de la pobreza y la marginación, representan esta diversidad que han jurado defender sin generar bandos y división en Colombia. Reconociendo la grave herida de la desigualdad en uno de los países con mayor índice de aquél mal, el actual gobierno plantea ya no sólo medidas de apoyo a los más necesitados y una reforma fiscal que asegure un mejor reparto de la riqueza, sino una voluntad de reconciliación nacional. Un sueño que parece utópico en un mundo en donde lo común son los gobiernos que se aferran a su base por medio de la confrontación y el miedo.

Petro lleva consigo, como exguerrillero, el peso de la historia sangrienta que por décadas ha manchado a Colombia. En los últimos años se ha logrado desmovilizar a la M-19 y a las FARC, quedando el ELN en activo. Los militantes de estos grupos pasaron a formar fuerzas políticas que llevaron sus banderas de las trincheras a las asambleas. Petro mismo tomó este camino y ahora estará en la silla presidencial. Él lleva consigo la misión de lograr la paz total en Colombia. No será sencillo, pero sería un fracaso que no lo lograra.

Sin embargo, Petro parece seducido por el canto de las sirenas y ya ha anunciado una serie de reformas que parecen demasiado ambiciosas para un periodo de gobierno. Educación, salud, hacienda, agropecuaria, etc. Petro quiere todo. Quiere una nueva Colombia y ha prometido mucho más de lo que puede humanamente cumplir. Además, no cuenta con el apoyo de una mayoría en las cámaras, por lo que es previsible que su intención quede frenada desde el mismo inicio. Existe el peligro real de que esta fiesta que fue su toma de posesión sea un capítulo más de la izquierda utópica latinoamericana.

Gustavo Petro llega al poder con el apoyo de su pueblo. Con la esperanza de realizar reformas que cierren la brecha de desigualdad económica y discriminación. Con el deber de encontrar el camino para la paz total. Tiene un voto de confianza dentro y fuera de Colombia. Esperemos que no se pierda en una ambición reformista desmedida que lo confronte irremediablemente con sectores de la población y que no sólo empantanen sus reformas, sino que dividan aún más al pueblo colombiano. Petro tendrá que saber resistir a las tentaciones del poder y entender que, en política, menos, es más.