La batalla por Taiwán

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Taiwán tiene una posición clave en el tablero geopolítico del sureste asiático. Quien controle esta isla controlará una de las puertas estratégicas más importantes para la contención o el inicio del ascenso del poder militar chino.

La escalada de tensiones con China que se ha desatado desde la visita a Taiwán de Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, es el inicio de un conflicto en el que las dos potencias del momento se disputan su futuro.

Para entender la importancia de Taiwán hay que considerar dos grandes factores: el económico y el geopolítico. Por un lado, a pesar de ser una pequeña isla de 36 mil kilómetros cuadrados —casi el tamaño del estado de Puebla— habitada por 23 millones de personas, su economía es la 21ª más grande del mundo, cercana al tamaño de la de Turquía —un país 22 veces más grande y con casi cuatro veces más población—. Una de las claves de su éxito económico es su hiperespecialización en una de las industrias clave para el siglo XXI: los semiconductores.

La isla de Taiwán es responsable por 63% de todo el mercado de chips y procesadores, que lo mismo se requieren para fabricar celulares, computadoras, naves espaciales o equipamiento militar. Una sola empresa taiwanesa, TSMC, domina 54% del mercado total de semiconductores y 92% de la producción de los procesadores más avanzados, rápidos y pequeños del mundo. Las fábricas más modernas, costosas y difíciles de replicar en esta industria se encuentran en esa pequeña isla y son una especie de seguro de vida, ya que desequilibrar su producción tendría consecuencias desastrosas para la economía global. Pero también se convierten en un objeto del deseo del gobierno de China, que asegura que Taiwán le pertenece y que la reunificación es un hecho seguro que, si no puede hacerse por la vía diplomática, están dispuestos a ejecutar por la fuerza.

Por otro lado, Taiwán forma parte de un plan geopolítico conocido como la estrategia de la primera cadena de islas, concebido originalmente para contener a la Unión Soviética en los años 50. En este plan, Taiwán se coloca al centro de un grupo de islas de países aliados de Estados Unidos que detiene la salida abierta de China al océano Pacífico. Japón y sus islas sureñas cierran una línea de defensa que sigue por Taiwán, Filipinas, Brunéi, Malasia, Indonesia y Vietnam, que limita que China pueda desplegar sus fuerzas militares fuera de su mar del Sur.

En este espacio marítimo se cocina uno de los puntos más conflictivos en el futuro, pues China está construyendo islas artificiales con infraestructura militar en un intento por controlar y apropiarse de la mayor parte de estas aguas en disputa, al mismo tiempo que la marina estadounidense mantiene presencia permanente en la zona con bases militares y continuos patrullajes. Si Taiwán es controlada por China, por primera vez tendrían acceso directo al océano Pacífico sin ninguna otra fuerza que pudiera bloquearla. Esto explica por qué el Gobierno de Estados Unidos, a pesar del posible error de cálculo de las consecuencias de la visita de Pelosi, ha reiterado que en caso de una agresión de China a Taiwán, ellos ayudarían en su defensa militar. La escalada de tensiones está sólo comenzando.