#QuédateEnComunidad

OJO AL GARABATO

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Imagina que #QuédateEnCasa funciona (no funciona). Imagina que durante 40 días todas nos quedemos en casa (olvida a las migrantes, las indigentes, las pobres, las vulnerables). ¿Funcionaría? ¿A qué costo? Las personas infectadas morirían solas. (todas morimos solas). Pero la mayoría sobreviviría (por un momento). Y así, en 40 días podríamos reiniciar nuestras vidas tal como las dejamos (sí, volviendo a los gritos y quejas de víctimas, activistas, feministas, indigenistas y ambientalistas para cambiar el mundo). Pero no sucedió.

Va otro escenario (¿otro?): uno de histórica cooperación humana internacional (ajá). Digamos que en diciembre el mundo atiende el brote del virus en Wuhan (ay sí pero…). Por cualquier conspiración que elijas creer, el virus está suelto (ok, pero…). Entonces, durante 40 días, Wuhan se queda en casa y todos los países contribuyen a mantener a esas personas en casa, pagando sus gastos, sus alimentos, sus medicinas, vicios y demás. Digamos que Wuhan habría sido la única ciudad en experimentar el encierro (...pero eso no sucedió).

(¿Qué más puedes imaginar?). Hay muchos hubieras. (Entonces, ¿por qué no podemos cambiar y aplicar un conjunto de acciones para nuestro bien común?). Se debe a nuestra discapacidad comunicativa (o sea, simplemente, no sabemos cómo hablar de esas cosas, cómo combinar palabras para cambiar mentes).

La libertad que se nos ha prometido no es más que la condición necesaria para la seguridad de operaciones financieras (hemos confundido la libertad de ganar dinero, con la Libertad misma). Hemos sido descritas como entidades individuales capaces de “elección racional” que persiguen su propio interés con una mínima referencia a criterios externos (es decir, sin considerar a la comunidad, a tu comunidad). Hemos aprendido a recibir sueldos y ganancias mientras el crimen, la violación, la injusticia, la discriminación, el racismo y la corrupción sofocan el mundo. Hemos aprendido (a decir ok y gracias, a pesar de todo ello) a ignorar lo que está fuera de nuestros deseos y necesidades. Mucho antes de estar encerradas en casa, ya estábamos encerradas (en nuestras mentes).

(Somos tan extrañas la una para la otra). Y esta pandemia también lo ha revelado. Es por eso que la estrategia global de #QuédateEnCasa no nos ayuda a imaginar un mundo mejor. No logra consolidar comunidades. No motiva nuestra solidaridad. No es compatible con nuestras microeconomías. No aviva nuestro espíritu colectivo. No involucra a la hambrienta juventud. No convoca a los artistas para conjeturar el bienestar. No despierta a los trabajadores ni a la clase media al propósito ambiental. No fomenta la innovación social. No aporta a la labor de salud ni a mejorar modelos educativos ni a la vida de tantas mujeres. No logra fortalecer a los gobiernos locales, ni a visibilizar lo invisible. No logra conectar vecinos, ni reconstruir el tejido social (sólo paraliza parásitos).

Fracasa rotundamente porque te hace olvidar que lo mejor que tenías antes (de que todo esto se fuera a la m*) era la libertad de bailar, gritar, compartir y llorar con las demás personas. Te falla porque impide involucrarte en la construcción de una realidad (la realidad de que sin importar a dónde vayas, ahí estás). ¿Y dónde estás? (En una comunidad). Rodeada de otras personas. Que (como tú) quieren tanto, quieren muchísimo, que esta existencia aislada termine. Te falla porque te quita la capacidad de imaginarte parte de un todo. Te falla porque te hace menos, te despoja de humanidad, gajo por gajo (sin que lo sientas). Falla porque no busca ser permanente, ni ir más allá de su temporalidad. Falla porque refuerza todo lo que deberíamos cambiar.

¿Cuánto daño ha causado (y cuánto más causará) a nuestro ser social esas tres palabritas? (¿palabritas?)

Pero si se cambia, descubriremos, (en los primeros instantes de movimiento restaurado en la “nueva normalidad”) que se nos otorgó (de nuevo) el gran regalo de la vida: Tiempo (más tiempo).

Y redescubriremos el simbolismo de una lágrima en el ojo que empaña el rostro de alguien amado: el escribir el nombre de una persona querida en una ventana vaporizada por tu aliento, el compartir un trago, una boca sobre la tuya, una mano sobre la tuya, el final del día juntas, el comienzo del día juntos, la sensación de que siempre habrá un día siguiente, siempre, en Comunidad.

A veces es así de simple (por lo menos para recomenzar).

#QuédateEnComunidad