Rafael Solano

Encuestas: cambio al statu-quo

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

Rafael Solano*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Solano
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La víspera de septiembre desató la andanada de encuestas presidenciales, el mes más político del año que marca hitos en lo que será la última parte del sexenio.

Es también, recordatorio oficial del inicio del último tramo de la presidencia obradorista, y con ello la conclusión de la vuelta electoral completa, iniciada en julio de 2017 cuyo término será en junio de 2023, con las elecciones del Estado de México y Coahuila.

Como lo sugiero en mis columnas, la reconfiguración política que nos muestran las encuestas de este septiembre, proviene de una larga data que es imposible observar si nos abstraemos al proceso 2024. El Cambio Político, cómo se le conoce en el mundo, proviene de 2008 con la Gran Recesión. En México se ha traducido en que los partidos creados con la transición democrática (entre 1988 y 2008) se han diluido sistemáticamente (PRD, PVEM, PT) hasta representar en su conjunto 14% de los resultados a la Cámara de Diputados. Los partidos tradicionales (PAN-PRI) que representaban el 70% en 2009, en 2021 representaron 40%. Mientras que los partidos fundados o refundados después de la depresión de 2008 (Morena-MC), representaron 46% en 2021.

Lo que se ha observado es que en las elecciones presidenciales los partidos tradicionales (PAN-PRI) han perdido -9 puntos en 2012 y -18 en 2018 en sus resultados congresionales, es decir, se han debilitado continuamente. Lo anterior se explica en parte por nuestro diseño institucional presidencialista, donde sólo hay una vuelta. De hecho, hay estudios que muestran que, a raíz de la homologación de calendarios electorales, las elecciones presidenciales terminan por confeccionar una especie de paraguas que influye en los demás resultados a legisladores y en lo local. Por ello es tan importante darle seguimiento a los careos con aspirantes que están presentando las encuestadoras, los cuales nos están mostrando que los presidenciables de los partidos tradicionales están llegando con dificultad a los 30 puntos de preferencia, y en algunos casos se están ubicando entre el 13-15 por ciento. Si lo vemos con lupa, en el fondo estos datos nos hablan de la probabilidad de que alguno de los partidos tradicionales (PRI o PAN) obtenga resultados de un solo dígito en la elección de 2024.

Hay además otro factor explorado por la encuesta de Lorena Becerra de Reforma: los electores rechazan las alianzas en la oposición. Esto creció de 45 a 67 por ciento entre mayo y septiembre de este año, mientras que su apoyo sólo se muestra entre el 22 por ciento de los electores, cifra que coincide con los careos alrededor de los cuales se están moviendo los presidenciables del PAN, PRI y PRD en las encuestas. Pareciera que algunos electores están ávidos de recuperar claridad en sus opciones de voto.

Lo que se está reflejando en las encuestas de septiembre 2022 es una realineación de preferencias en el sistema de partidos mexicano, alentada por una carrera presidencial anticipada, pero también por el cambio mundial. Esta reorganización se observa además en el social listening, la generación de contenidos, las búsquedas web, y los análisis de impacto mediático (ejem. el análisis ARMA de CIP) al menos desde el pasado mayo, aunque las señales no habían sido tan nítidas hasta esta batería de encuestas; digamos que todas las agujas estaban señalando lo que vimos esta semana. En palabras de Nate Silver, las señales estaban ahí.

¿Qué pasó en estos meses? La respuesta la podemos encontrar en el receso legislativo, donde el PRI presentó la crisis de su dirigente, el PAN desapareció de la discusión pública y se metió a su proceso interno; mientras Morena y el MC incrementaron su activismo por todo el país y la visibilidad de sus gobiernos.

Con esta coyuntura llegaremos a 2023 en Estado de México y Coahuila, lo que es la última elección de la vuelta electoral. Desde la perspectiva planteada, y además porque estas preguntas me las han hecho algunos lectores, me permito hacer los siguientes planteamientos: ¿influye en 2024? La próxima elección local tiene su propia dinámica, que está en medio del desenlace de la vuelta electoral, no una rumbo a 2024, que está marcada por una macro tendencia iniciada en 2008. ¿Puede ganar el PRI en 2023?, algunas encuestas dicen que competirá fuerte. ¿Está influyendo en la tendencia nacional? Las encuestas están mostrando que no; aunque seguramente veremos a alguno que otro intentando utilizar la dicotomía democracia/autoritarismo, sin embargo, ésta ha perdido potencia entre los electores durante el último trimestre. ¿La alianza funciona? Funcionó como un modelo de contención legislativa en 2021, pero no ha funcionado como un modelo de proposición de futuro, que es lo que se juega en las presidenciales 2024. ¿Los partidos se equivocaron en la alianza? No se equivocaron en 2021, se tardaron en no dar los siguientes pasos hacia sus propias refundaciones y fallaron en hacer de su coalición un fin en sí misma. PAN, PRI y PRD hoy sufren las consecuencias, sin embargo, han hecho prácticamente inevitable asistir a las urnas juntos, con todo lo que implicará para ellos en términos de realineación de preferencias.

Con estas respuestas, estimado lector, usted se preguntará ¿y entonces dónde está la elección presidencial? Cada vez está más clara la señal de que estará en esos 7 de cada 10 mexicanos que están apostando por el cambio del statu-quo. De eso se va a tratar la elección, de eso se trató la vuelta electoral que está por concluir y de eso se ha tratado el profundo cambio político mundial. Ya veremos entonces si de entre los partidos que en sus siglas no utilizan el apelativo “partido” sino el de movimiento, surge el desafiante que discuta con fuerza el tipo y la dimensión del cambio, que discuta si México se decanta al cambio nacionalista o al cambio globalista y reformador.