Mujeres protesta y visibilidad

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

Rafael Solano
Rafael SolanoLa Razón de México
Por:

En los últimos diez años existe una tendencia a la protesta como medio de visibilización. Como lo señala el Centro para Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS por sus siglas en inglés), a partir de la crisis de 2008 – 2009 las protestas se han incrementado a una tasa promedio de 11.5 anual.

La prospectiva del CSIS es que existen fuertes razones para creer que después de la crisis del COVID las protestas tendrán mayor escala y consecuencias políticas. La pandemia ha expuesto el acceso desigual a servicios de protección social y salud; ha incrementado además la sensación de falta de oportunidades económicas, la percepción de una creciente desigualdad y de corrupción en los gobiernos. Las protestas de las mujeres de nuestro país tienden a intensificarse, dado que enfrentan factores que aceleran su descontento y no existe una agenda de políticas de gobierno que resuelva sus demandas y despresurice el ambiente.

En México la crisis del COVID ha generado una desigualdad laboral silenciosa en los hogares: de acuerdo al INEGI, 73.6% del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es producido por mujeres. Esto representa un ahorro en su hogar de 62 mil pesos anuales, con un valor monetario global equivalente en la economía mexicana de 22.8% del PIB, estamos hablando de alrededor de 5.6 billones de pesos anualmente.

En el peor momento de la crisis económica provocada por el COVID, las primeras estimaciones revelan que 2 de cada 3 despidos fueron de mujeres. Pero la desigualdad económica y laboral es un elemento que precede al espeluznante dato en seguridad: en tan solo dos años y medio de este gobierno se dispararon los feminicidios; hay 50 por ciento más casos que en los tres sexenios anteriores juntos. Otro dato es el de la violencia en el hogar que en 2020 se duplicó producto del confinamiento y que se refleja – tan solo en la Ciudad de México – en las llamadas de auxilio hechas a la Línea Mujeres por casos de violencia psicológica, física y sexual. Es decir, las mexicanas, viven una auténtica tragedia.

Es un hecho que sus protestas han avanzado, ahora tienen mayor organización, mensajes creativos e impactantes y han logrado colocar sus objetivos por encima de brotes como las pintas, rompimiento de vidrios o agresiones. Al final, a todos nos gustaría que la situación no las obligara a visibilizarse de esa manera, pero lo cierto es que al menos hasta 2017 hubo muchas marchas, huelgas y campamentos de mujeres, que fueron ignoradas; en los casos más tristes, las activistas terminaron asesinadas.

Hay evidencia de que la dimensión de las protestas puede incidir o cambiar el comportamiento electoral y la política pública. Hoy, pese a que el gobierno intenta ignorar, desestimar o señalar a las mujeres, han activado a la opinión pública a hablar sobre su agravio, y ya es imposible no visibilizarlas. Le han arrebatado la agenda a palacio.