Sonora arde y Durazo, en la grilla
ROZONES
Sonora arde y Durazo, en la grilla
Cuando aún no se logra controlar la ola de violencia que azota a Sinaloa, ayer se presentaron fuertes balaceras en Sonora. Publicaciones en redes sociales reflejaron el pánico que provocaron entre los habitantes de Ciudad Obregón, la cabecera municipal de Cajeme, las detonaciones de arma de fuego en al menos dos puntos distintos. En una de las acciones, hombres armados dispararon en múltiples ocasiones y en ráfaga hacia la fachada de una casa abandonada, lo que podría indicar, nos comentan, que el grupo de sicarios sólo tenía la intención de provocar terror entre la población, algo que, lamentablemente, consiguió. Y si alguien se pregunta en dónde estaba el gobernador Alfonso Durazo en los momentos en que ocurrían estos actos violentos, habrá que responderle que se encontraba en la Ciudad de México, haciendo grilla, en su calidad de presidente del Consejo Nacional de Morena, en donde, por cierto, tiene escaso margen de maniobra. Uf.
No pocos morenistas, nos comentan, levantaron ayer la ceja en su Congreso Nacional al darse cuenta de que entre los asistentes se encontraba nada menos y nada más que Norma Otilia Hernández, alcaldesa de Chilpancingo. Y su reacción de sorpresa fue porque apenas hace dos semanas la Comisión de Honestidad y Justicia del partido guinda anunció que la había expulsado por reunirse con el líder de una organización criminal conocida como Los Ardillos. Incluso se criticó que la sanción contra la edil llegara más de un año después de la reunión que fue exhibida en las benditas redes. El caso es que Hernández ayer entró como Pedro por su casa, nos comentan, al WTC portando hasta su tarjeta de votación al cuello. Sobre si permaneció en el sitio o no hay dos versiones: la primera indica que fue echada. La otra, de ella, es que: “No es cierto… yo sé que les duele a algunos que yo esté en Morena, pero estamos más fuertes que nunca”, retó. ¿Qué tal?
Hay quien asegura que durante el Tercer Informe del gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, muchos se acordaron de su antecesor, Silvano Aureoles. En una parte de su discurso, el mandatario dijo que para atender a las clases marginadas, “no hacían falta recursos, sobraba corrupción”. Y aunque Ramírez Bedolla no hizo acusación directa alguna, para muchos de los presentes fue inevitable recordar que sobre Silvano hay varias denuncias penales tanto en la Fiscalía estatal como en la Fiscalía General de la República por supuestos malos manejos. Ramírez Bedolla también comentó que en los tres años que han transcurrido de su mandato se han pagado 10 mil millones de pesos de deudas acumuladas. Se le debía al IMSS, a proveedores, al organismo administrador de pensiones de la entidad y a los maestros. Y la pregunta parece necia: ¿Si se han pagado 10 mil millones de pesos, entonces cuánto se debía? Y otra que parece igual o más necia: ¿Quién les debía? Ahí el dato.
Con la cuenta de fallecidos y desaparecidos al alza en los últimos 14 días, tiempo que llevaba hasta ayer la batalla entre dos facciones del Cártel de Sinaloa en la entidad, con efectos sobre todo en la población de Culiacán, fue al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, al que criticaron el sábado tras exhibirlo en un lujoso restaurante de Polanco. Ha provocado indignación entre la gente, nos comentan, que mientras cuando estaba en ese placentero sitio, en su estado las Fuerzas Armadas se multiplicaban para tratar de apagar los focos de violencia. De hecho, poco antes al estado habían llegado 600 elementos del Ejército a reforzar la estrategia para combatir la inseguridad. Algo no cuadra en esta escena, nos dicen. Porque no se trata de que el mandatario estatal la haga de soldado. Se trata sólo de ser considerado con sus gobernados y con quienes se arriesgan para sacarle las castañas del fuego.
Y hablando de disputas electorales, fueron diversas organizaciones civiles, que agruparon a miles de personas, las que ayer marcharon en Jalisco para exigir que se respete la voluntad de los ciudadanos y se conceda ya el triunfo al emecista Pablo Lemus, quien superó a la morenista Claudia Delgadillo por cinco puntos en la elección. La movilización, nos cuentan, no sólo se da en la víspera de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decida sobre las impugnaciones interpuestas por Morena —porque es un hecho que ya se tomó bastante tiempo—, también representaría el principio de una movilización mayor. Por lo pronto, en el discurso de esas organizaciones, nos dicen, hay una marcada condena a las autoridades “centralistas”. Y es que, acusan, presionan por una resolución en favor del partido mayoritario a nivel nacional.
Nos comentan que entre los trabajadores del Poder Judicial cunde la desesperación, pues al considerar que han sido ignorados en sus demandas, han subido de tono sus protestas y consignas en los últimos días en contra de aquellos a los que consideran que estén en su contra. La ministra Loretta Ortiz, el senador Gerardo Fernández Noroña, el líder sindical Gilberto González Pimentel, y, ayer, domingo, el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador. Nos aseguran que el problema es que aún no han recibido la respuesta que esperan a sus garantías laborales. Al líder sindical del Poder Judicial le arrojaron huevos el viernes pasado, a la ministra Ortiz, un pastel, lo que fue condenado por la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y al Presidente, una botella de agua, aunque los trabajadores negaron este último episodio. El caso es que esta semana iniciarán diálogos internos en el Poder Judicial. Pendientes.
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