Valeria López Vela

Violencia, barbarie y cinismo

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En 1983, el filósofo Peter Sloterdijk publicó un influyente texto titulado “Crítica de la Razón  Cínica”, en una clara alusión a las obras de Imanuelle Kant —“Crítica de la Razón Pura” y “Crítica de la Razón Práctica”— que dieron un giro a la forma de pensar el conocimiento y el comportamiento humano.

Sloterdijk, por su parte, hizo una precisa descripción de las sociedades del siglo XX que partieron “del sueño ilustrado de condicionar la historia mediante la planificación política”; así, se pusieron en marcha los esfuerzos marxistas y los liberales cuya síntesis entre ingenuidad y avaricia dieron paso al cinismo como criterio y como método. Porque, en justicia, excesos y omisiones hubo de ambos lados. Y defensores a ultranza, merolicos del poder, apologetas de la barbarie y profesionales de la mentira, también.

En poco tiempo, la fatiga política se convirtió en el signo de nuestras sociedades; los ciudadanos nos cansamos de los exabruptos, de las ocurrencias como políticas públicas, del descaro de los actores quienes —a lo sumo— justifican con mentiras inverosímiles sus tropelías; aunque también están los que nos culpan de su ineptitud y de su mediocridad, como si fuera nuestra.

Sloterdijk define al cinismo como la “falsa conciencia ilustrada en la que sabemos que todo ha sido desenmascarado y no pasa nada, como sabemos que las cosas no son lo que parecen y sabemos también por qué, sin inmutarnos por ello”.

Y del cinismo sigue el hartazgo, el desinterés, la desesperanza y el olvido. Tal vez nos quede un poco de ironía y después, nada: la renuncia total a la actividad política, al bien común, a la convivencia entre iguales. El libro de Sloterdijk fue, en 1983, una alerta frente al inminente individualismo egoísta que avanzaba en las sociedades. No supimos detenerlo; no quisimos enfrentarlo.

En el siglo XXI, el cinismo político ha derribado a la civilización, convirtiéndola en barbarie. Basta pensar en tres asesinatos que ocurren frente a nuestros ojos: los ahorcamientos de Mohammad Mehdki Karami y de Seyed Mohammad Hoseini a manos del régimen iraní; los diez oligarcas rusos muertos de forma sospechosa en los últimos meses y los nueve feminicidios diarios en México.

La violencia y la barbarie se han instalado en la cotidianidad de nuestros tiempos que, irónicamente, no se cansan de sentirse violentados por la sombra de lo que acabo de relatar. Pareciera, así, que la era del cinismo que anunciaba Sloterdijk comienza a consolidarse.

Frente al cinismo no vale bajar los brazos. Tampoco podemos conformarnos con la sorna ni con la ironía. Sólo nos queda redoblar el compromiso, saber que la vida cambia en siete segundos y que la suerte puede acompañar a nuestros países. Creo que sólo así seremos personas y sociedades a las que el paso del tiempo, les sienta bien.