Valeria Villa

Cuando la vida se vuelve una pesadilla (Boiling point, Philip Barantini, 2021)

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Se exhibe estos días en la Cineteca Nacional la película Boiling point, que en español titularon El chef. Protagonizada por Stephen Graham y Vinette Robinson, espectaculares en sus papeles, él como chef de un restaurante sofisticado de Londres, ella la sous chef, mujer orquesta capaz de resolver todos los problemas que surgen durante una noche en el restaurante. Muy pronto quedará claro que Andy Jones (Stephen Graham) atraviesa por una crisis personal y profesional que está destruyendo todo por lo que ha trabajado. Carly, la sous chef, funciona en modalidad codependiente de un adicto que cada vez se hunde más.

Esta película es el relato de una noche de pesadilla que provoca una sensación de angustia permanente. El recurso de filmarla como un largo plano secuencia de 90 minutos le da un realismo del que no es posible escapar. Los espectadores sufrimos el caos y el desastre junto con los personajes de la película.

Boiling point nos permite asomarnos al mundo de los restaurantes caros en los que la comida se convierte en un símbolo de estatus y sofisticación. Hay que dejarse ver en esos lugares, grabar historias para subirlas al Instagram, sentirse importante por poder pagar un vino muy caro. Atrás, en la cocina, el vértigo y la angustia por cumplir los caprichos de comensales mal educados y demandantes llega a niveles de locura.

Observamos la rivalidad de Andy con el que fuera su maestro, que aparece esa noche a calificar la comida del lugar. Ese maestro que jamás permitirá que el alumno lo supere.

Beth es la infantil administradora del lugar e hija del dueño. Es la que gana más dinero que todos los empleados del restaurante juntos y no tiene idea de cómo funciona un negocio así ni siente ningún respeto por el trabajo de quienes cocinan.

También aparece un patriarca racista e iracundo, que deja sentir su poder con su propia familia porque él va a pagar la cena. Este hombre nos recuerda la porquería de personas que son algunos comensales que creen merecerlo todo, desde una visión clasista en la que el dinero está por encima de todo, hasta de la dignidad y el respeto que merecen todas las personas.

Los influencers, unos tipos sin educación ni cultura que demandan atención especial porque tienen muchos seguidores. La tiranía de estos sujetos, cuya opinión no calificada hemos vuelto relevante en el prestigio de un lugar.

Andy consume alcohol, llega tarde, se equivoca, perseguido por su ausencia como padre con el hijo a quien ve poco y a quien también desilusiona porque no aparece en sus eventos importantes. La triste y ordinaria historia de padres ausentes a causa de trabajos demandantes.

Después de ver cómo se desmorona una persona y el prestigio de un lugar en el transcurso de una noche, resta preguntarse si el chef desarrolla una adicción porque tiene muchos problemas personales y laborales o si la adicción es la que detona la destrucción de su vida personal y laboral.