Bolivia: la crisis bilateral sigue

Bolivia: la crisis bilateral sigue
Por:
  • javier_solorzano_zinser

Es importante no perder de vista que el tema Bolivia sigue siendo de alto riesgo. Si bien visto a la distancia, el asilo a Evo Morales sigue teniendo su razón de ser, muchas cosas dejan dudas y un cierto desaseo en materia diplomática.

El expresidente boliviano pudo haber sido detenido en su país, en medio del caos, y quizá no hubiera tenido posibilidad alguna de defenderse y que sus derechos humanos fueran respetados.

La decisión del Gobierno mexicano, al buscar y otorgar el asilo, fue oportuna e inevitablemente cargada de riesgos. La embajada de nuestro país se convirtió en un reducto clave para personajes estratégicos del gobierno de Morales. Es de destacarse el oficio y actuación de la embajadora María Teresa Mercado, que viene a confirmar el alto nivel del cuerpo diplomático mexicano.

El futuro de los exfuncionarios es hoy el escenario más delicado y confrontativo entre los dos gobiernos; por lo pronto, el desenlace no se ve con claridad mientras no haya una convicción de establecer puentes de comunicación.

Desde hace algunos meses estamos metidos en medio de muchos agravios mutuos, porque si bien el Gobierno mexicano ha tenido cuidado en sus expresiones, no por ello ha estado exento de referencias que han calado profundamente entre quienes hoy gobiernan la nación sudamericana.

Algunas de las expresiones hacia el Presidente mexicano han cuestionado el porqué su gobierno tiene respuestas en materia de asuntos internacionales; pero cuando se trata de Donald Trump, por lo general no se emite opinión alguna, bajo el “yo respeto”, lo cual no es para pasarse por alto, a lo que se suma el caso venezolano, en donde también han sido cuestionados los procesos electorales.

Lo que por ningún motivo cabe son los insultos y las groseras referencias a López Obrador. No se trata de ver las cosas bajo la idea de la defensa de la patria; lo que sucede es que habiendo eventuales diferencias respecto a la instrumentación de la política exterior mexicana, no puede colocarse a un mandatario legítimamente electo de la manera en que personajes bolivianos lo han hecho.

Lo que sí está para revisarse es cómo Evo Morales se comportó en el país y como las autoridades lo recibieron y atendieron. El expresidente venía de un proceso claramente cuestionado, en el cual había participado, a pesar de que años antes había asegurado que no lo haría.

Todo indica que ninguna autoridad le planteó a Morales la importancia de que estando en medio de un asilo político, se le conminara a manejarse con prudencia, siendo que el problema estaba y sigue en curso.

El Gobierno de la ciudad, por ejemplo, debió tener cuidado en sus desplantes y elogios hacia Evo Morales; a querer o no ésta fue una de las causas que más irritó a quienes hoy gobiernan Bolivia, porque por más que se diga lo contrario, de la acción del asilo pasamos a tomar partido en un asunto exclusivo de los bolivianos.

Al final, Evo Morales terminó dejando el país sin quedar muy claras las razones; a lo que hay que agregar que nos enteramos de su salida casi cuando ya estaba en Argentina.

Otro de los momentos que nos colocó en apuros tiene que ver con la “visita de cortesía” de una delegación española a la embajada mexicana después de Navidad. Como estaban las cosas, la visita acabó siendo vista como una provocación, resultando complicado justificarla.

Bolivia tiene que arreglar sus problemas, y lo que debe hacer el Gobierno mexicano es ayudarle. Un paso importante ha sido el anuncio de un nuevo proceso electoral, el cual habrá que apoyar de manera total.

Ahora que en estos días está reunido en la Cancillería el cuerpo diplomático mexicano, valdría la pena que más que llenarse de elogios, se hiciera un análisis crítico del papel que estamos jugando en Bolivia.

RESQUICIOS

A partir de hoy, solamente participaré en Canal Once del IPN en las entrevistas diarias de las 9 am; espero que ahí nos veamos, al igual que en el siempre agradecido QUEBRADERO.