El paulatino aislamiento

El paulatino aislamiento
Por:
  • javier_solorzano_zinser

Las prisas del Presidente lo podrían estar llevando a un paulatino proceso de aislamiento. El querer hacer dos sexenios en uno está provocando que muchas cosas que se propone y hace se instrumenten con un mínimo intercambio de opiniones.

Muy probablemente el Presidente piensa que debatir y discutir puede quitar tiempo, e incluso estorbar para sus objetivos. Si algo no quiere es “perder el tiempo”, trátese de lo que se trate.

La situación se agudiza porque no se ve que pelotee los temas con su equipo. El Presidente ordena y en algunos casos sus funcionarios terminan por conocer sus decisiones, sobre asuntos de su responsabilidad, en las mañaneras.

Por lo general, el aislamiento de los presidentes se empieza a presentar entre el cuarto y quinto año. Se va perdiendo poder, en algunos casos les da por sentirse incomprendidos, se inician los tiempos de la sucesión y empiezan a cambiar las lealtades y en general el entorno empieza a serles diferente.

Suponen que las traiciones están a la vuelta de la esquina y asumen que lo que no hagan por ellos mismos no habrá nadie alrededor que les vaya a ayudar.

Mientras que en los primeros años las lealtades y el servilismo se agolpan, a partir de la segunda mitad del sexenio las cosas adquieren otra dimensión, ésta es la historia de muchos sexenios.

El aislamiento también tiene que ver con “el estilo personal de gobernar”. Hay presidentes que les gusta rebotar ideas, en tanto que hay otros que hacen como si las rebotaran, pero casi siempre acaban decidiendo y haciendo lo que ellos quieren bajo aquello de “¿qué horas son?, las que usted diga”.

No hay manera de conservar todo el poder los seis años y si alguien lo sabe son los propios presidentes. Independientemente de sus altas y bajas en sus tres primeros años, el proceso electoral intermedio los coloca en el fin de una especie de tiempo de gracia; el bono a veces da para más de tres años.

Sin embargo, esto no es el común denominador, es cosa de ver a Fox, Calderón y Peña Nieto para percatarse del desgaste mayúsculo al que se sumaron las torpezas y errores en el ejercicio del poder.

Algunos parámetros pueden ayudar a suponer lo que puede presentarse con López Obrador; sin embargo, estamos en un sexenio de inéditos y quizá los referentes no necesariamente den pistas.

El presumible aislamiento en que pudiera estar cayendo el Presidente suponemos que es un escenario que él prevé y conoce. En algún sentido ha sido su común denominador como candidato, presidente de partidos, Jefe de Gobierno y ahora como mandatario.

Las decisiones pasan por él al igual que los programas de gobierno en medio de un proceso de mimetización de sus colaboradores. López Obrador tiene una gran capacidad de convencimiento, entre otras muchas razones, porque, predica con el ejemplo y en política esto es invaluable.

Sin embargo, la mimetización puede llevar a minimizar la crítica por asumir que la verdad le puede pertenecer únicamente a quien es su jefe, lo que a veces deriva en que quien no piensa como ellos es en automático un enemigo o adversario.

Si hay pocos parámetros para presuponer lo que puede pasar, la cuestión es cuál podría ser el destino del sexenio. No está claro cuánto tiempo más el Presidente conservará los altos niveles de popularidad y aceptación.

El Presidente confía en su capacidad e intuición y quizá también base sus acciones en su experiencia, lo que lo ha llevado a tomar distancia y a ser desconfiado.

El costo del aislamiento no tiende a cobrarse en lo inmediato, llega su momento en el mediano y largo plazo, pero eso sí, todo empieza y termina en el mismo sexenio.

RESQUICIOS.

Morena juega a la cargada en el Congreso. Ayer respaldó al director del INM en un acto a la vieja usanza. Pareciera que no se han dado cuenta de la confusa política migratoria y además resulta que ahora Muñoz Ledo les estorba; ni la más mínima crítica y obvio ni pensar en la autocrítica.