Pasión y muerte del empleo

Pasión y muerte del empleo
Por:
  • josefina vazquez

Antes del mensaje del pasado domingo en Palacio Nacional, en la población prevalecía la preocupación respecto al futuro cercano en materia de salud y también en cuanto a salvaguardar sus empleos. Había una gran expectativa sobre el mensaje del jefe del Ejecutivo en cuanto a las medidas que se darían para aliviar las inquietudes de millones de familias mexicanas.

Después del mensaje, la preocupación se convirtió en franco temor y las expectativas se convirtieron en frustración y desencanto.

No se anunciaron medidas que den certidumbre al menos a cinco millones de micros, pequeñas y medianas empresas y con ello se deja al borde del abismo a cerca de 20 millones de trabajadoras y trabajadores en nuestro país.

La mayoría de estas casi cinco millones de empresas tiene contratados a menos de 10 colaboradores y son parte cotidiana en nuestras vidas: las loncherías, fondas, papelerías, misceláneas, tintorerías, estéticas, talleres mecánicos, entre muchos otros rubros.

Nunca se trató de rescatar a los grandes y ricos, sino de construir una red de apoyos reconociendo que esta pandemia del coronavirus ha provocado el cierre de sus cortinas y por ende el desplome de sus ingresos.

En prácticamente todos los países afectados por esta pandemia se han tomado medidas con carácter de urgente, tanto en salud como en materia económica. Por supuesto que las decisiones y las estrategias no han sido ni sencillas y muchas de ellas incluso no tienen precedente alguno, pero todas ellas buscan reducir los niveles de incertidumbre y de temor de la población.

Las y los senadores del PAN hemos propuesto que se aplacen las presentaciones para el pago de impuestos; que se implemente un sueldo familiar de $3,207 pesos al mes a trabajadores formales e informales y para las pequeñas y medianas empresas un apoyo de $27 mil pesos por tres meses para que puedan pagar su nómina; sin embargo, ninguna de estas propuestas ha sido considerada.

Una vez más, las mujeres y las niñas siguen siendo las grandes ausentes. Ni una mención a que este confinamiento da rienda suelta a los victimarios, a los abusadores para en esas cuatro paredes ejercer toda su violencia contra mujeres que no existen en esos “otros datos”, y por ello ni una consideración para fortalecer los refugios para mujeres y ofrecer acompañamiento institucional para salir de este infierno. Lo sucedido en el estado de Sonora el pasado 2 de abril, donde cruelmente violaron y asesinaron en su propio hogar a Ana Paola, una niña de tan sólo 13 años da cuenta de ello.

Y entre todas estas ausencias quiero destacar que lejos de convocar a un gran acuerdo de unidad y de solidaridad con la disposición de escuchar a todas las partes se eligió ahondar en la confrontación y la polarización.

Sin miedo, hoy más que nunca necesitamos respuestas que den certeza, tanto en salud como en la conservación de los empleos para millones de trabajadores y trabajadoras en nuestro país. De no hacerlo así, esta Semana Santa será el principio de una profunda y dolorosa pasión y muerte del empleo.