La necedad populista

La necedad populista
Por:
  • leonardo-nunez

Ser populista y no ser un enemigo de la realidad es una contradicción hasta biológica. Los episodios alrededor de todo el mundo se apilan en un montículo interminable de ataques al sentido común, pero no deja de ser necesario tomar nota de ellos para registrar el giro hacia lo surreal y la obligación de entenderlos como parte de la política contemporánea.

El episodio más reciente sucedió (sorpresa, sorpresa), en los Estados Unidos. Todo comenzó cuando el huracán Dorian se acercaba a la costa este después de su destructivo paso por las Bahamas. En un tuit, el 1º de septiembre, el presidente Trump anunció que, además de Florida, los estados de Carolina del Sur, Carolina del Norte, Georgia y Alabama serían atacados con más fuerza de la anticipada por el huracán de categoría 5.

Nada de esto era un problema, salvo por la última mención: de acuerdo con los modelos meteorológicos, el huracán no afectaría al estado de Alabama. Por ello, unos minutos después de esa publicación, el Servicio Meteorológico Nacional (NWS), a través de su oficina de Birmingham, Alabama, tuiteó: “Alabama NO será impactada por Dorian. Repetimos, ningún impacto del huracán Dorian se sentirá en Alabama”.

En una situación medianamente normal, el episodio se habría archivado como una pequeña inconsistencia que había quedado aclarada y no pasaría a mayores. Pero, cuando se trata de la política en la época de la posverdad y el populismo, las cosas rápidamente descienden a la locura: al día siguiente el presidente volvió a tuitear que Alabama sí sería impactada por el huracán. Dada la controversia, el miércoles 4 Trump volvió a doblar su apuesta y, en un mensaje desde la Casa Blanca, mostró un mapa en el que se veía la trayectoria proyectada para el huracán con una adición: una línea claramente dibujada con un plumón que se sobreponía al mapa e incluía a Alabama. Todos quedaron pasmados por la osadía de alterar tan burdamente un mapa.

A partir de ahí todo fue cuesta abajo, pues se abrió una discusión sobre un error del presidente que se había magnificado por su necedad en insistir que tenía razón. El viernes 6 de septiembre, la Oficina Nacional de Administración Atmosférica y Oceánica (NOAA), que es la institución donde se encuentra el Servicio Nacional del Clima, publicó un comunicado sin firmar en el que desacreditaba la publicación de la oficina de Alabama y le daba la razón a Trump.

El presidente no dudó en utilizar esta información para reafirmar que estaba en lo cierto y atacar a todos los que lo cuestionaron, pero todo se esfumó cuando, el lunes 9 de septiembre, el director del Servicio Nacional del Clima, Louis Uccellini, declaró públicamente que la oficina regional de Alabama había hecho lo que tenía que hacer para proteger a los ciudadanos, porque la información del presidente era incorrecta y alentaba innecesariamente al pánico. Luego el secretario de Comercio, Wilbur Ross, amenazó a los funcionarios del NOAA con despedirlos por contradecir al presidente. En un episodio que casi llegó a las dos semanas, la imposibilidad del populismo para reconocer sus errores, incluso en cosas sin sentido, nos muestra hasta dónde todo el piso se ha convertido en fango.