Las derechas también se dividen

Las derechas también se dividen
Por:
  • rafaelr-columnista

Durante mucho tiempo, un lugar común de la opinión pública latinoamericana era que las izquierdas se dividían mientras las derechas permanecían unidas.

Era aquel un cliché de la Guerra Fría que identificaba, rígidamente, a la derecha con el capitalismo y a la izquierda con el socialismo. En esta era global, en la que todos apuestan, mayoritariamente, por diversos tipos de capitalismo, se trata de otro mito derrumbado.

Nada más hay que recorrer superficialmente la realidad latinoamericana para advertir que la división de las derechas, que hemos visto los últimos años en Europa y Estados Unidos, como consecuencia del surgimiento de un populismo ultraconservador, ya es un hecho también aquí. Lo vemos, en distintos grados, en Brasil y México, en Venezuela y Perú, sea la derecha gobierno u oposición.

El caso más notable, sin embargo, es el boliviano. Allí Evo Morales fue derrocado por un movimiento heterogéneo, que reclamaba al gobierno haber hecho fraude para evitar una segunda vuelta. Haya habido fraude o no, el hecho es que, a juzgar por la división que se ha producido apenas tres meses después de las elecciones, lo más probable es que Morales hubiera ganado en segunda vuelta.

Ya en aquellas elecciones, no toda la derecha respaldó a Carlos Mesa. Luego de la caída de Morales, otros líderes, de muy escaso rendimiento electoral, como Luis Fernando Camacho y la presidenta interina Jeanine Áñez, han capitalizado el polo anti-Evo. Si esos tres candidatos se postulan de manera independiente en las próximas elecciones, lo más seguro es que gane la fórmula de Luis Arce y David Choquencahua, candidatos del Movimiento al Socialismo (MAS), partido de Morales.

Si ya frente a una candidatura unida de Carlos Mesa, la contienda se pronosticaba reñida, ahora con la división la derecha parece asegurarse la derrota. La postulación de Áñez ha sido el último acto de esa ascendente fractura, al punto de que la mandataria ha pedido la renuncia a todo su gabinete, donde hay fuertes desacuerdos con su candidatura.

Áñez se ha extralimitado en sus funciones de presidenta interina desde las primeras horas de su llegada al poder. Atizó la represión contra opositores, llevó la Biblia al palacio presidencial, revitalizó un lenguaje racista y excluyente y reorientó las relaciones exteriores de Bolivia. Su último gesto ha sido apelar, como el propio Morales, a su “derecho” a reelegirse.

Antes las izquierdas se dividían por visiones irreconciliables del socialismo: el estalinismo y el trotskismo, la socialdemocracia y el anarquismo. Hoy las derechas —y las izquierdas conservadoras, que son sus primas— se dividen por una serie de dilemas al interior del propio conservadurismo: qué peso deben tener las iglesias y los ejércitos en los asuntos del Estado, cuánto autoritarismo es necesario para perpetuarse en el poder, cómo limitar el pluralismo civil que introducen la globalización, la tecnología y el multiculturalismo.