Enfermo mental roba, falla el debido proceso y lo matan

Enfermo mental roba, falla el debido proceso y lo matan
Por:
  • larazon

Una falla inicial en el procedimiento legal que se siguió contra Víctor Martínez Álvarez, desató una serie de irregularidades que derivó en su asesinato en una celda del Reclusorio Oriente del Distrito Federal: el Ministerio Público no detectó que padecía de sus facultades mentales y lo mandó a encerrar por “robo agravado” por haber intentado robar un teléfono celular y 700 pesos.

Por eso, en el penal lo metieron en una celda con una decena de internos de la población común, es decir, sin proporcionarle las condiciones que requería por su enfermedad. Apenas tenía dos días de haber sido ingresado cuando tres reos lo golpearon en su celda, hasta matarlo. El motivo: no alcanzó a llegar al baño y, además de oler mal, mojó a uno de ellos.

El hombre de 37 años intentó el atraco el pasado 12 de febrero en calles de la colonia Tacubaya, de donde era vecino.

Ese día se acercó a una mujer. “Traigo un arma, dame lo que tengas”, exigió.  En realidad no llevaba nada. Sin embargo, ella entregó un teléfono celular y 700 pesos. No pudo huir con las cosas, en un instante la Policía lo detuvo en flagrancia.

Lo remitieron a la Coordinación Territorial Miguel Hidalgo 2, donde sólo le practicaron un examen médico general.

A decir del abogado penalista, Alberto Woolrich, el ministerio público debió revisar al hombre y, en su caso, declararlo inimputable.

“Al declarar en el MP, si el agente notó alguna incongruencia en su forma de llevarse, tenía la obligación de solicitar una evaluación sicológica para que gente especializada viera si era imputable o inimputable”, explicó a La Razón.

Pero eso no sucedió. El MP lo encerró en una galera dos días y lo consignó el 14 de febrero al Reclusorio Oriente, donde no se recibió ninguna notificación del estado mental de Martínez Álvarez. Quedó a disposición del juez 59, acusado de robo agravado, indica el expediente MH-2T3/210/12-02.

En el penal fue internado en el área de ingreso, un lugar en el que son encerrados todos los recién llegados. A Víctor le tocó dormir en el piso de la celda dos, un lugar que mide tres por tres metros, con capacidad para cuatro internos, pero donde había al menos 10.

Entre sus compañeros de celda estaban un joven 12 años menor que él, que estaba preso por tercera ocasión, otro que estaba por segunda y uno más que chocó borracho. Fueron ellos quienes lo apalearon durante más de una hora, revelan reportes de la Procuraduría capitalina.

Cerca de las 3:00 de la mañana del 17 de febrero, Víctor tuvo la necesidad de ir al baño. Su retraso mental provocaba que en ocasiones tuviera reacciones que no controlaba, y aparentemente por eso no alcanzó a llegar.

Con su pantalón sucio, regresó a su lugar en el suelo, pero rozó  a Giovanni Aguirre Rodríguez, un joven de 25 años que ya había estado dos veces preso y a quien recién habían reencarcelado por robo.

Molesto por el olor y porque lo había manchado, se levantó y comenzó a golpearlo. Otros dos reos, que acababan también de ser encarcelados, uno por robo y otro por chocar borracho, se unieron a la golpiza.

“Ya no me pegues, por favor”, rogaba Víctor mientras lloraba, declaró un interno que se despertó al escuchar los gritos y presenció el ataque, según el expediente IZP8/T2/501/12-02.

La golpiza duró alrededor de una hora. A pesar de los gritos y el escándalo, ningún custodio se dio cuenta de lo sucedido. Ni siquiera hubo un rondín de los celadores.

Su cuerpo quedó en el piso de la celda dos horas más. Las autoridades penitenciarias se dieron cuenta del asesinato hasta el pase de lista, que fue a las 6:30 horas.

“Las autoridades tienen la obligación de realizar constantemente rondines para evitar golpes, agresiones violaciones. Pero eso no lo hacen con la frecuencia que deben hacerse. Ellos escuchan gritos y golpes y los dejan pasar”, comentó el penalista Woolrich.

La necropsia practicada al cuerpo reveló las causas de la muerte: un pulmón perforado, cuatro costillas fracturadas y lesiones en el tórax, pelvis, cabeza y la pierna derecha.

Los agresores declararon que pensaron que continuaba vivo, que tras la golpiza sólo se había desmayado. Ellos siguieron durmiendo y Víctor ya estaba muerto. Quedó sin vida en el piso de la celda en la que lo encerraron por tratar de robarse un teléfono celular y 700 pesos.

Caso de Víctor Martínez Álvarez

»Fue recluido sin que se valorara que tenía problemas mentales

»Estuvo en galeras dos días y luego fue consignado al reclusorio

»Lo pusieron en una celda saturada y con presos reincidentes

»En la cárcel, ningún celador detectó cuando lo golpeaban