Adoptan nuevas reglas para recibir la comunión en misa

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Por:
  • jorge-chaparro

Parece un domingo más, pero algo ha cambiado. La gente ocupa poco a poco todas las bancas y sillas para escuchar la misa en la Parroquia de Nuestra Señora de Las Nieves, en Coyoacán, al sur de la Ciudad de México.

El padre ha comenzado el servicio y la misa transcurre sin contratiempos, en el centro de la iglesia se puede ver a una señora con cubrebocas. "Dicen que no sirve de nada", cuchichean dos mujeres, "pero más vale, que tal que sí".

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Llegó el momento en que el padre bendice el pan y el vino, todos se mantienen expectantes, algunos ya saben que hay nuevas medidas para el momento de "ofrecer la paz". Otros prefieren hacer como que están atentos y no hacen caso de nada más.

"Vamos a hacer esta acción siguiendo las indicaciones de Salubridad, y en ese aspecto pues no vamos a darnos la mano, ni el beso, únicamente desde sus lugares, cierran sus ojos y nos concentramos en la mente y nuestra mente recorrerá a cada uno, a quienes les queremos dar la paz”, les pidió el sacerdote a sus obedientes feligreses.

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Igual como hicieron en 2009 y 2010 por la influenza, la población comenzó a tomar medidas preventivas. Ahora no costó ningún trabajo adaptarse a las nuevas medidas.

En la iglesia de San Judas Tadeo ubicada a unos dos kilómetros, el padre había solicitado a los feligreses que unieran sus palmas, frente a su pecho y dando la vuelta hacer caravanas a quienes ofrecían la paz. Formaban una singular coreografía de inclinaciones de cabeza y amplias sonrisas para celebrar. "La paz de la iglesia extendida por toda la tierra”, decía el sacerdote que volvió a explicar.

"Ahora pondrán su mano izquierda al frente, ahí voy a depositar la hostia, ustedes, con su mano izquierda la tomarán y la llevarán a su boca”, señaló el párroco en el momento en que normalmente el pan es puesto en la boca de los fieles.

Les pidió no tomar a la ligera las explicaciones: “Poner cuidado, porque al ponerla en tu mano caen partículas, que están consagradas, y ustedes simplemente, luego de comerse la hostia, es sacudirse las manos o untárselas en el pantalón, entonces tener cuidado de que estas partículas no caigan al suelo”.

Las instrucciones se cumplieron al pie de la letra. Se formaron largas filas para recibir la hostia, pero nadie violó los acuerdos, ni saludos de mano, ni besos.

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