1968-2018: No cejar

1968-2018: No cejar
Por:
  • juliot-columnista

Aunque podemos ubicar en el famoso pliego petitorio del Consejo Nacional de Huelga de hace medio siglo exigencias como la liberación de los presos políticos y la desaparición del autoritarismo, el malestar era más de orden general en México y el mundo, identificado en los Estados todopoderosos y represores y en la ausencia de libertades.

Se ansiaba un cambio radical para la ciudadanía, un giro que amalgamaba todas las demandas y que, por su amplitud, podría resumirse en un famoso lema que cundió en París: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Y el cambio, como tal, no sólo no se dio, sino que en México culminó con la matanza de Tlatelolco que mañana se conmemora y no se olvida. No obstante, se sembró la semilla de un despertar y de una conciencia de poder civil frente a los gobiernos que hasta el día de hoy sigue dando frutos.

Y hoy, cincuenta años después, las reivindicaciones continúan y el malestar se vuelve a sentir. No creo que la coyuntura de la efeméride explique la inquietud, el enojo y la decepción de nuestros días: los sistemas —que en realidad son uno, regido por la mano férrea del capital y sus intereses— ya no dan más de sí, están corrompidos de raíz y la sociedad y sus individuos son tratados como clientes, deudores y, sí, esclavos. Bajo la sombra de una economía voraz y deshumanizada, los síntomas de nuestra enfermedad son varios, desde la escandalosa

desigualdad hasta la flagrante destrucción del orbe natural, sin olvidar la lenta pero celebrable disolución de una cultura machista y la urgente reflexión sobre los modelos educativos.

Mis hijos son más política y socialmente conscientes y alertas de lo que yo fui a su edad, y uno esperaría que esta corriente generacional contribuya a la construcción de un mejor futuro. Pero ésta es también la era de Trump, de la xenofobia y los lamentables nacionalismos, y a la dictadura del capital y del marketing no se le ha hecho mella alguna. ¿Qué tanto hemos aprendido? Como sociedad civil, mucho, sin duda, pero el cáncer se ubica en la punta de la pirámide, que nos prefiere dóciles e ignorantes. Muchas son las batallas pendientes que tenemos que dar como hombres y mujeres libres sobre un planeta gravemente herido. La cultura y su difusión, bien lo sabemos pero poco lo ejecutamos, es una herramienta crucial para la construcción de conciencias lúcidas y beligerantes. ¡Humanicémonos!

Aquel 1968 debe ser fuente de inspiración para no cejar e intentar salvarnos día a día, a riesgo de transformarnos, ay, en una especie fallida.