Amar a Dios en Tierras Lejanas

Amar a Dios en Tierras Lejanas
Por:
  • rodolfoh-columnista

Los viajes ilustran y en muchas ocasiones nos ayudan a apreciar lo que tenemos. A veces, la vida cotidiana hace que dejemos de ver las cosas positivas que como país hemos logrado; aunque claro está, inevitable es ver también en lo que estamos rezagados.

Pero como esta es una columna capitalina, limitaré mis comentarios hasta donde alcance mi vista, unos 40 kilómetros después de la cirugía láser y cuando el cielo está libre de contaminación.

Hacía mucho no me había percatado de lo triste que luce nuestro aeropuerto, aún con su nueva terminal dos.  Los baños son asquerosos, no existe otra manera de describirlos. Además de ser muy escasos, son pequeños y huelen mal (aunque los esmerados empleados de limpieza hagan grandes esfuerzos).  Y es que no son suficientes para dar servicio a tantos viajeros.

En los aeropuertos asiáticos, por ejemplo, el tráfico es igual o mayor, pero es otro mundo. La limpieza es sorprendente, aún cuando advierten a los usuarios a no ponerse en cuclillas con los pies sobre los asientos del inodoro.  Lo anterior debido a las costumbres propias en algunos países, que están acostumbrados a unos agujeros en el suelo.

Y el Internet ¡ay el Internet! Ése que tanto nos hace falta cuando viajamos. En la Ciudad de México, cuando bien nos va, el señor Slim nos regala el 4G, aunque son incontables las veces que mi moderno móvil me dice que tengo 3G y ni la mensajería alcanza a funcionar. Y en nuestro aeropuerto, obviamente, el servicio gratuito es inservible.

En cambio, en cualquier aeropuerto de vanguardia, la velocidad de la conectividad es impresionante, además de las múltiples estaciones de recarga de energía. ¿Qué les costará mucho pensar en esos servicios básicos? Y esto también va para el aeropuerto de Cancún (perdón lectores si me salgo un poco de mi circunscripción). Es el segundo más importante y no encuentra uno dónde conectar el teléfono para recargarlo.

Dicho esto, no entiendo cómo se atreve el eterno candidato a siquiera cuestionar la imperiosa necesidad de que tengamos otro puerto aéreo.  Lo que sucede quizás, es que para él, cuya mente se quedó en Macuspana, cualquier cosa es moderna (hasta el de Santiago y Quito, supongo); muy lejos de Singapur.

Yo los invito a mirar hacia otros horizontes más amplios, para mejorar en lo que nos haga falta; sobre todo en la parte urbanística (infraestructura y orden), donde sí estamos a años luz en retraso. Entre tanto, aplaudo y vuelvo a aplaudir la extraordinaria preparación que tenemos en México en materia de servicios turísticos (hoteles y restaurantes).

No existe en el mundo quien nos haga sombra en calidad y servicio; y desde luego incomparables nuestras playas. Bravo para nuestros cocineros y meseros, para nuestras mucamas y maleteros, para nuestros taxistas y guías de turistas.  En eso sí, como México no hay dos.

Twitter: @RudyCoen