Asunta Basterra Porto

Asunta Basterra Porto
Por:
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Angélica Ortiz Dorantes

El 22 de septiembre pasado, a los 12 de edad, la niña Asunta Basterra Porto apareció muerta en una pista forestal de Santiago de Compostela. Unas horas antes de que se encontrara el cadáver, los padres adoptivos de la menor de origen chino, habían denunciado la desaparición de ésta. El juez ha imputado la muerte de la niña, precisamente, a esos padres: la abogada gallega Rosario Porto Ortega y el periodista vasco Alfonso Basterra.

El matrimonio Basterra Porto no pudo procrear. Para Rosario fue imposible ser madre porque su vida corría peligro. Después de varios intentos, decidieron adoptar a una niña china (cuando ésta apenas tenía unos meses de nacida). La llamaron Asunta. Rosario y Alfonso se divorciaron y fue ella quien se quedó a cargo de la menor. A pesar del divorcio, Alfonso siguió siempre en contacto con su hija y con su ex mujer.

Todo parece indicar que la menor fue acosada y maltratada unos meses antes de su muerte, pues Asunta dijo a sus profesores (quienes han declarado en el juicio) que su madre la había intentado matar. Asimismo, los mentores señalaron que, unos días antes de que se encontrara el cadáver, vieron a la niña drogada aunque pensaron que era exceso de alegría y la pusieron a descansar.

Más allá de cualquier especulación, lo que es un hecho es que la señora Porto mintió, porque una cámara de un establecimiento comercial, captó la imagen de ella con la niña después de la hora en que ésta denunciara la desaparición de la menor. Además, en sus diferentes declaraciones ante el juez, la abogada se ha contradicho. En un primer momento negó haber estado en la propiedad que tiene cerca del lugar donde fue hallada la niña; sin embargo, después aceptó su presencia en el sitio. Durante su declaración rompió a llorar y dijo: “bueno, he mentido y tengo que decir la verdad”. Sin embargo, hasta ahora, ha sostenido que ella nada tuvo que ver con el homicidio y que la imputación que se le hace no se funda en prueba concluyente.

Entre las pruebas con las que el fiscal ha fortalecido su acusación se encuentra, un informe de toxicología que señala que la niña llevaba tiempo consumiendo grandes cantidades de ansiolíticos, y un medicamento que habitualmente ingería Rosario. La Guardia Civil apunta ahora a que Asunta pudo haber muerto por ingesta masiva de fármacos (El País 18/oct./2013).

Por su parte, Alfonso Basterra ha sido señalado de encontrarse con la menor cuando ésta fue obligada a ingerir fármacos. El padre de Alfonso, Ramón Basterra, ha señalado públicamente que sospecha que su hijo “ha encubierto a su ex mujer” porque es el amor de su vida.

La prensa española ha manejado que entre los móviles de este homicidio pueden estar que Asunta era la heredera de su abuelo —el padre de Rosario, quien fue un notable abogado gallego, que ocupó cargos diplomáticos— y cuya fortuna era superior a tres millones de euros y varias propiedades o, bien, que Rosario se “habría cansado de ser madre” y decidió dar muerte a la menor.

Lamentablemente, este homicidio será juzgado por jurado popular. Esta institución jurídica presenta muchos problemas: se encuentra formada por personas que no son especialistas en derecho y, normalmente, son desempleados cuya instrucción educativa es básica. Fue un jurado popular el que absolvió a O. J. Simpson de la muerte de su ex esposa Nicole Brown y de un amigo de ésta; ello, a pesar de que en la escena del crimen se encontró sangre del ex jugador de fútbol americano. El absurdo del caso llegó a que el jurado penal absolvió a Simpson mientras que el civil lo condenó al pago de reparación del daño, precisamente, por ese doble asesinato. En México también funcionó el jurado popular y dictó sentencias insostenibles desde todo punto de vista. Una de ellas, fue la absolución de María Teresa Landa —la primera Miss México— quien, tras descubrir que su esposo estaba casado con otra mujer, en un arranque de celos, le descargó la pistola que había en la casa mientras el señor se encontraba cómodamente sentado en su sofá. La asesina no sólo fue absuelta sino que, además, se le ovacionó en el juzgado y fue sacada en hombros a la manera de un gran matador de toros. Ese fue el fin del jurado popular en México. Sorprende que en España (que tiene grandes juristas) no se haya abolido el jurado popular.

Todos deseamos que el jurado actúe con profesionalismo y que esta muerte no quede impune. Nada podrá revivir a Asunta, pero ella y la justicia merecen que este crimen no quede sin castigo.

angelicaortiz@vomabogadospenalistas.com