Crónica de una muerte anunciada (ojalá)

Crónica de una muerte anunciada (ojalá)
Por:
  • melissa_trouyet

Por Melissa Trouyet

La semana pasada Bantú, el único gorila macho de tierras occidentales, especie catalogada en peligro crítico de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) que estaba en cautiverio en México, murió durante un traslado con fines reproductivos programado al zoológico de Guadalajara. El deceso se reportó hasta 14 horas después. Muchos presumen negligencia por parte del equipo veterinario tratante. Este lunes circularon imágenes terroríficas de partes del gorila ¨destazado¨ (aunque francamente no hay necropsia que no sea sanguinaria). Ha empezado la búsqueda de quién va a pagar por la muerte del gorila, y a pesar de que un funcionario ya fue suspendido temporalmente mientras se lleva a cabo la investigación, la verdad del asunto es que todos pagaremos la muerte de Bantú.

Por supuesto que conmociona, entristece y enfurece la muerte de este gorila.

Y si existe negligencia habrá que fincar responsabilidades correspondientes.

También está el hecho de que la información ha sido todo menos consistente por parte de las autoridades. Por ejemplo: funcionarios aseguran que se siguieron todos los protocolos médicos de la Asociación de Zoológicos y Acuarios de Estados Unidos (AZA); sin embargo, el Zoológico de Chapultepec no pertenece a la AZA, sino a la Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México, A.C. (AZCARM), que por decirlo de alguna manera es más laxa en sus estándares. La sociedad se merece y exigimos información clara y fidedigna (algo que en muertes anteriores de ejemplares no se ha dado). La sociedad gracias (y a veces por desgracia) a las redes sociales ahora está atenta y a veces no necesariamente con el enfoque adecuado.

Francamente ver cómo esto se ha convertido en una cacería de brujas y, además, lamentablemente manoseado con fines políticos es decepcionante.

Algunas preguntas naturales se quedan sin contestar:¿Por qué trasladarlo al zoológico de Guadalajara? Dejando por un momento de lado el argumento ¨conservacionista”, enfoquémonos en el respeto por la vida digna de los animales. Si el cautiverio de por sí es cuestionable para muchos, las condiciones del zoológico de Guadalajara dejan mucho qué desear... un oso polar en temperaturas altísimas... felinos en jaulas más pequeñas que algunas perreras municipales... ¿y ahí querían mandar a Bantú, arriesgar un traslado para moverlo de Guatemala a Guatepeor?

Debemos esclarecer el caso Bantú, pero estamos dejando de lado preguntas más profundas.

Los argumentos de tener a animales en cautiverio cada vez son mas flacos. Ni siquiera el argumento conservacionista en la mayoría de los casos aguanta el escrutinio. ¿Cuántos grandes primates criados en cautiverio (por no limitarlo a gorilas) han sido reintroducidos a su hábitat natural? ¿Qué tanto sentido tiene preservar una especie para confinarla a cautiverio y, en la mayoría de los casos, encierros (porque es difícil llamarlos hábitats) paupérrimos?

Y dejando por un momento el debate de los zoológicos a un lado, ojalá la lamentable muerte de este ejemplar sirva para poner el reflector en otros sitios que albergan animales en este país que tienen muy poca regulación y supervisión, y que al igual que los zoológicos dejan mucho qué desear, como lo son las UMAs, PIMVS y colecciones privadas, por mencionar algunos.

Sin restar importancia a la muerte de Bantú, lo que realmente está afectando a los gorilas del mundo es la pérdida de su hábitat. ¿Estamos dispuestos a cambiar nuestros hábitos por el bien del planeta y las especies que en él habitan (incluyéndonos), como dejar de consumir productos que contengan aceite de palma, una de las razones más importantes por las cuales el hábitat

es destruido?

Ojalá que la lamentable muerte de este primate no sólo se esclarezca, sino que con el mismo fervor que buscamos responsables (que deberá haberlos) hagamos un examen de conciencia y tomemos decisiones acorde. Porque no nos equivoquemos: la muerte de Bantú y de todas las especies que estamos aniquilando la pagaremos todos. Hay teóricos que consideran que ya pasamos el punto crítico, que el planeta y sus habitantes enfrentan una destrucción certera. Ese pensamiento, sin embargo, podría llevarnos a excesos y atropellos al no tener esperanza en un mejor futuro, una especie de

última cena.

Tal vez sea más constructivo pensar que con todo nuestro ingenio la raza humana puede reflexionar, cambiar de rumbo. Esto no es cuestión de unos cuantos, sino de cada uno de nosotros; tomemos conciencia personal, exijamos políticas públicas sustentables. Y aunque sea sólo la punta del iceberg, los zoológicos como están planteados actualmente son arcaicos. Si han de seguir existiendo esperemos se renueven con un enfoque de rehabilitación, reinserción (las pocas veces que sea posible), educación y conservación, no sólo argumentos vacíos e hipócritas usados más con fines políticos que genuina preocupación.

Tengo la esperanza de que la muerte de Bantú no sea sólo la noticia de ayer, sino que, en alusión al gran García Márquez, estemos escribiendo la crónica de una muerte anunciada; la muerte de los zoológicos como lugares que, más que generar emoción por ver a los animales ahí albergados, dejan al visitante con una profunda lástima.

melissa@defensoriaanimal.org

Twitter: @DefAnimalMX

Presidenta de la asociación civil Defensoría Animal.