Democracia, ese mal necesario

Democracia, ese mal necesario
Por:
  • larazon

Salvador del Río

La democracia es el peor

de los gobiernos diseñados

por el hombre… salvo

todos los demás.

Winston Churchill

El camino ha sido largo, lleno de sacrificios y sangre. De la imposición del más fuerte en las cavernas para ejercer el mando hasta el acto volitivo que decide quién y cómo ha de gobernar, la lucha ha costado al hombre sacrificios y sangre. El resultado no es perfecto, sino perfectible, pero es el único que ofrece la posibilidad de decidir el destino de la vida en sociedad.

¿Cómo se elegía en el México de 1823, dos años después de consumada la Independencia y terminados tres siglos de oscuridad colonial? Los designados para hacerlo, uno por cada quinientos habitantes, se reunían en la plaza principal y en presencia del jefe político, el alcalde y el cura parroquial, nombraban a los llamados compromisarios que irían a la capital del estado a presentar las listas de candidatos. Eran los notables dotados de esa prerrogativa. El acto terminaba con una misa y un tedeum. En esa ceremonia no podían votar, ni desde luego ser votados, individuos que hubieran sido procesados por “delitos infamantes”; tampoco los vagos, o así clasificados, pero también estaban excluidos los  iletrados y los que no tuvieran un ingreso mínimo de cien pesos anuales. No podían votar los labriegos que estuvieran al servicio de un hacendado.

La Constitución de 1824, la primera que adoptó para el país el sistema federal, no dio,  sin embargo de sus avances, el voto directo a los ciudadanos ni suprimió las restricciones de los sistemas electorales anteriores. El voto seguía reservado a las clases dominantes.

En la realidad, el voto universal y directo, es decir, aquel por medio del cual el ciudadano ejerce sus derechos políticos para elegir con su voto personal a sus autoridades y sus representantes, no se concedió sino hasta 1857, con la promulgación de una nueva Constitución, con la que comenzaban las transformaciones de la Reforma.

En su retorno al poder, triunfante  la República sobre la intervención de las potencias europeas, el presidente Benito Juárez convocó al primer plebiscito por medio del cual los mexicanos deberían decidir sobre la permanencia de la Constitución y sus formas de gobierno.

En el largo período de la dictadura de Porfirio Díaz se efectuaban remedos de elecciones en las que siempre resultaba reelegido el presidente. La no reelección se convertiría en lema y causa de la Revolución que había derrotado al antiguo régimen y establecido nuevas bases para la designación de gobernantes y representantes populares.

La Constitución de 1917 estableció las bases para nuevos sistemas electorales que han venido evolucionando, no sin la manipulación y el fraude que no siempre han garantizado la verdadera expresión de la ciudadanía. En 1953, el presidente Adolfo Ruiz Cortines promovió el primer paso para ampliar las bases de la participación ciudadana al obtener del  Congreso el voto de las mujeres.

Un avance importante se logró cuando el presidente Adolfo López Mateos propuso la reforma constitucional que instituyó el sistema de diputados de partido, mediante la cual por primera vez se daba acceso a la oposición a las cámaras legislativas según los votos obtenidos en las urnas, votos que hasta entonces se perdían en la expresión de la ciudadanía.

En 1973 una nueva reforma redujo de 21 A 18 años la edad para votar, de 25 a 21 para ser elegido diputado y de 35 a 30  para senador de la República. La reforma amplió los requisitos para la designación de diputados y senadores de partidos minoritarios, con lo cual la oposición alcanzó una mayor representación en las cámaras legislativas

Las reformas política aprobadas durante la administración de José López Portillo y la que en 1997 creó los diputados y senadores de elección indirecta —plurinominales— abrió la puerta a un sistema electoral que brinde al ciudadano una más amplia posibilidad de manifestarse en libertad en las urnas.

La abstención, el voto nulo, la declinación del derecho al voto conseguido a través de la historia de la vida independiente, tiran por la borda todo lo que tanto ha costado alcanzar en la democracia, ese sistema que, si no es el mejor, es el único que en la historia del mundo garantiza la voluntad de la mayoría.

 Gazapos. Vale la pena insistir en esta época en la que tanto se habla y se hablará de elecciones, de electos y elegidos. El participio del verbo elegir es elegido. Electo, según el diccionario de la imponente María Moliner, es un neologismo —un barbarismo— aceptado por la fuerza de la costumbre, como un participio presente. Un presidente, un gobernador, un diputado, un senador, son electos en tanto no toman posesión del cargo al que fueron elegidos. El presidente es electo después de haber sido elegido y aun es reelecto tras de ser reelegido. Vamos a ver cuántos, en la feria de impugnaciones que se avecinan después de las elecciones del día de mañana, se sostienen como electos después de haber sido elegidos en las urnas.

srio28@prodigy.net.mx